¡Una tarde redonda!

Como en los viejos tiempos de tardes apoteósicas de entrega y pundonor en las que el público salía ‘toreando’ del coso, es como se respiró el ambiente de fiesta, luego de celebrarse el festival taurino de lujo que marcó la reaparición de Alberto Galindo ‘El Geno’, quien ayer mostró que el tiempo no ha pasado en él, y toreó con una entrega absoluta, que caló fuertemente en los tendidos, mismos que le premiaron con una merecida oreja.

En tanto, el jimenense Enrique Garza toreó ‘por nota’ al toro que le correspondió en suerte, para cortar dos orejas, mientras el coahuilense Jorge de Jesús ‘El Gleason’ se despachó con un ‘trofeo’ más para su causa.

Ante una asistencia de alrededor de 300 personas, que vistieron de alegría y color los tendidos de ‘Los Jacales’, la tarde de este domingo se celebró el festejo, que fue marcado por cambios de última hora, pues uno de los novillos al ser desencajonado para ‘enchiquerarlo’, bajó con una pata fracturada, dejando con ello fuera del cartel al novillero en el retiro Gerardo Valdés Valdés, entrando en su lugar, el aficionado práctico de Saltillo, Mario González Lara, quien lidió un novillo de su propiedad.

Con el ‘abreplaza’, un novillo cárdeno claro, de buenas hechuras de la ganadería de Arturo G. García –como el resto del encierro–, el aficionado práctico lució a las verónicas de recibo. Con la muleta, el saltillense se vio muy voluntarioso, aunque un tanto apurado con el novillo que se le quedaba corto y tiraba medias embestidas. Fue premiado con aplausos.

Con el segundo de la tarde, Jorge de Jesús ‘El Gleason’, toreó a la verónica al recibirlo de capa; con la muleta, el diestro –gustándose y calentando el ambiente en el tendido–, se recreó con largura al torear al natural al noble novillo que acusó poco motor.

El diestro empeñoso con la muleta, logró hilvanar una faena bien estructurada que tuvo su fin cuando el bicho agotó su motor. Deja una estocada entera, pero de efectos retardados, escuchando un aviso antes de que el novillo doblara. Le fue entregada una merecida oreja con la que dio una vuelta al ruedo.

Ante el tercero de la tarde, Alberto Galindo ‘El Geno’, como en sus años mozos, recibió de hinojos, enhilado en tablas, al bien presentado enemigo –que de pie–, lo toreó en aterciopeladas chicuelinas en los medios, que fueron fuertemente coreadas desde el tendido.

Con la muleta, con la rodilla a tierra, recibe al enemigo pegado a tablas para parar a la gente en emocionante muletazo de inicio y someter, doblándose por delante, al bravo novillo que acusaba mucha emotividad en sus embestidas. Ya en el tercio, ‘El Geno’ demostró que lo que bien se aprende nunca se olvida, y de largo, comenzó a torear al bravo novillo que fue llevado muy templado en cada muletazo por el diestro de la colonia Del Prado.

Con la de cobrar, ‘El Geno’ se prodigó toreando con lentitud y gran temple, ante el clamor y entrega del público, que valoró en su justa dimensión, cada trazo en el muletazo torero del diestro, que después de una faena bien estructurada, deja una estocada suficiente para el novillo doblara y se le fuera concedida una oreja con fuerte petición de la segunda.

Con el ‘cierraplaza’, Enrique Garza se desprendió de la tronera del burladero, dando muestra de su celo profesional para torear muy cadencioso, por verónicas, al bravo toro. Con la muleta, el diestro –sin mediar los de tanteo–, toreó con lentitud y temple las embestidas francas y fijas del novillo, que acabó entregado a la muleta mandona del jimenense.

El público, entregado con el torero, exigió le fuera concedida la segunda oreja al jimenense, luego de sepultar el acero al primer intento, con las que dio triunfal vuelta al ruedo.

Al final, el público salió ‘toreando’ de los tendidos del coso, y pidiendo el ‘mano a mano’ entre ‘El Geno’ y Quique Garza, mismo que la empresa organizadora prometió gestionar a la brevedad.

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