Escena

Crónica de un adiós anunciado

Existe un libro de Gabriel García Márquez que se llama Crónica de una muerte anunciada, y aunque narra una historia distinta a la del exvocalista argentino de Soda Stereo, Gustavo Cerati, ese nombre para esta nota le viene como anillo al dedo


  • 10
  • Junio
    2017

Existe un libro de Gabriel García Márquez que se llama Crónica de una muerte anunciada, y aunque narra una historia distinta a la del exvocalista argentino de Soda Stereo, Gustavo Cerati, ese nombre para esta nota le viene como anillo al dedo, ya que existen muchos testigos que narran lo poco que valoraba su salud y lo atropellada que fue su enfermedad, hasta que quedó en coma y cómo es la tumba en la que hoy reposan sus restos.

Pero vamos por partes y empecemos con una pequeña cronología de su decadente padecimiento:

Sobre su enfermedad

En 2006 Cerati fue diagnosticado con una trombosis venosa por fumar (demasiado), ya que –según gente cercana a él– se fumaba tres y hasta cuatro cajetillas de cigarros diarias, adicionales a otros productos químicos, hierbas y viagra. ¡Todo al mismo tiempo! Los excesos lo estaban acabando y a él parecía no importarle. Además, tenía una novia muy joven, con la que deseaba quedar bien sexualmente y este tipo de actividades ya le empezaban a preocupar.

El 15 de mayo de 2010 sufre un accidente en Caracas, Venezuela.

El 18 de mayo de 2010 fue operado por un edema cerebral severo. Los medios de la localidad aseguraron que jamás volvería a ser el mismo.

El 7 de junio de 2010 fue trasladado inconsciente en una aéreo-ambulancia de Venezuela a Buenos Aires.

Y el 24 de octubre de 2010 se trasladó a la clínica ALCLA, donde estuvo en coma durante cuatro años, cuidado y vigilado por su madre Lilian Clark, por su hermana Laura Cerati y un corto tiempo por su novia joven, quien se cansó de todo y simplemente dejó de visitarlo en el hospital.

Los médicos no estaban preparados

Parte del staff de Cerati sostiene que al terminar un show y llevarlo al hospital, el cantante argentino no recibió la atención que necesitaba en Venezuela. Uno de sus sonidistas dijo: “Los paramédicos eran tan jovencitos que cuando se encontraron con Cerati en el camerino no podían hablar y no supieron que hacer, por lo que Charly, su kinesiólogo, se hizo cargo de la situación llamando a la ambulancia y lo llevaron al hospital, pero cuando llegaron no había luz ¿puedes creer eso? Esto no se sabía. Por lo que tuvieron que cargarlo de nuevo y llevarlo de nuevamente a la ambulancia y trasladarlo a un centro de estudios, después de esto lo llevaron a la clínica de nuevo y lo dejaron internado. Llamaron un cardiólogo y dijeron que al día siguiente a las 10:00 horas iba a estar en un hospital, pero no llegó hasta muy noche. Cerati se agarraba todo el tiempo el lado derecho, porque ya no le respondía y golpeaba con el derecho el barandal de la cama. En cierto momento se levanta para ir al baño y pasó una cosa muy fea, él se enfrenta con el espejo y extrañado se miraba la cara y luego miraba a un enfermero, posteriormente perdía su mirada, porque se daba cuenta de que tenía la mitad de la cara caída”…

Si esto hubiera pasado en Buenos Aires, Argentina, no hubiera sido lo mismo, ya que pasaron muchas horas desde que Cerati bajó del escenario, en Venezuela, hasta que quedó en coma. Incluso se desmayó en el camerino. Parte del equipo de personal cercano a Cerati se había regresado a Argentina, para preparar la siguiente presentación y unos pocos se quedaron con él, mismos que nunca entendieron la lenta reacción del equipo médico que atendió a Cerati. Algunos de ellos desde entonces hasta hoy en día tachan de una manera muy delicada la reacción de los médicos y enfermeros como negligencia médica.

La tumba de Gustavo Cerati

En 1871, en Buenos Aires, Argentina, surgió la terrible fiebre amarilla y fue ésta la que ocasionó que se construyera otro camposanto, porque los que ya existían quedaron llenos en su totalidad. De esta manera surgió en el Cementerio de La Chacarita, en el Panteón de La Merced, en Buenos Aires, Argentina. Este espacio que cuenta con 95 hectáreas y sus pasajes se transforman en concurridas avenidas con viejos árboles que adornan el lugar. La fachada de entrada es espectacular y la enorme cantidad de mausoleos familiares, de asociaciones y de gente profesional, que dan un toque histórico y de leyenda a sus espacios.

En este cementerio hay cinco panteones españoles, cinco italianos, dos franceses y uno yugoslavo, y estas asociaciones tan importantes realizaron grandes y destacadas construcciones.

Son los mausoleos de grandes personalidades de Argentina los que destacan el lugar y existen ciertas lápidas en las que nunca faltan recuerdos o flores de personas que pasan a dejarle al ser admirado algo de su amor y respeto, como el de José Amalfitani, quien fue un reconocido dirigente deportivo; el del actor cómico Luis Andrini, pero el más representativo de la música y visitado de todos que se ha convertido en un lugar de peregrinaje es el de Carlos Gardel, quien murió en 1935, a quien cabe destacar le suelen rezar y pedir “milagros”. La estatua de este personaje fue delineada de una forma peculiar, dejando entre sus dedos un espacio, mismo que la gente utiliza para colocarle cigarros y que al parecer nunca deje de fumar, incluso está la leyenda de que si el cigarro permanece encendido el deseo solicitado se va cumplir.

Pero el ícono del tango no es la única figura que descansa en este camposanto, el 4 de septiembre de 2014 llegó hasta el pabellón de La Merced otra figura con una trayectoria tan importante como la de Gardel, sólo que esta tumba es muy pequeña y muy sencilla. Hablamos de Gustavo Cerati, quien murió a causa de un paro respiratorio, tras permanecer en coma cuatro años. En un nicho, una pequeña placa dorada brilla con el nombre de Gustavo Adrián Cerati y entre comillas “Gus”, quien falleció a los 55 años. Su cuerpo descansa junto a los restos de su padre Juan José Cerati, quien falleció de un cáncer terminal en 1992 (y algunos aseguran que también fue a causa del cigarro). Que permanezcan juntos fue el deseo de la madre de Cerati.

Muy lejos de la fama

Contrario a lo que muchos pueden esperar, su tumba es muy sencilla, yace en uno de los llamados nichos mortuorios, en donde descansan sus restos. Cabe destacar que en este sitio no se permite tocar, cantar o escribir una canción junto a la lápida y las visitas no pueden superar los cinco minutos.

Cerati simboliza lo que en su momento representó Gardel. Al principio, alrededor de 150 personas visitaban a diario los restos de Gustavo, desde muchos países. El modesto nicho de Cerati está ubicado en el primer piso del pabellón y todos los regalos que frecuentemente sus fans le dejaban, eran retirados y entregados a su familia.

En la actualidad se cuenta que la madre de Cerati, Lilian Clark, ha restringido las visitas a los fans y a los medios de comunicación, siendo realmente pocos los medios que muy esporádicamente logran tener una exclusiva para poder acceder y lograr tomar una foto o video del nicho donde se encuentra el máximo astro representante del rock latino, Gustavo Adrián Cerati, QEPD.







Comentarios

publicidad
Etiquetas:
×