Escena

Murió Tom Wolfe, pionero del nuevo periodismo

El periodista y escritor, autor de obras como La hoguera de las vanidades y Todo un hombre, se ganó a millones de lectores y críticos literarios con su estilo cáustico, brillante y demoledor


  • 15
  • Mayo
    2018

Tom Wolfe, el mago del “nuevo periodismo” que registró con entusiasmo la cultura estadounidense, de los Merry Pranksters hasta la carrera especial, antes de abocar su ingenio satírico a novelas como La hoguera de las vanidades y Todo un hombre, falleció. Tenía 88 años.

Wolfe murió de una infección el lunes en un hospital en Nueva York, dijo su agente literaria, Lynn Nesbit. No se proporcionaron más detalles. Fue un admirador del novelista francés Emile Zola y otros autores de ficción “realista”, el elegante Wolfe, siempre vestido de blanco, fue un inconformista que insistió en que la única manera de contar una historia maravillosa era saliendo a reportarla.

Junto con Gay Talese, Truman Capote y Nora Ephron, ayudó a demostrar que el periodismo podía ofrecer el tipo de placer literario hallado en los libros. Su obra hiperbólica y estilizada era una alegre descarga de signos de exclamación, itálicas y palabras improbables. Hacedor de frases ingeniosas, acuñó expresiones tales como “radical chic” para aludir a la fascinación de los ricos liberales con los revolucionarios; y la generación “Yo” para definir a los babyboomers egocéntricos de los años 70.

Wolfe fue tanto un advenedizo literario que desdeñaba la percibida formalidad del establishment editorial, como un caballero tradicional que estudió en las mejores escuelas y que cuando asistía a almuerzos promocionales con otros autores se aseguraba de leer sus últimos trabajos.

Ridiculizó la renuencia de escritores estadounidenses de confrontar problemas sociales y advirtió que el ensimismamiento y los programas de maestría matarían la novela. Le asombraba que ningún autor de su generación hubiese escrito una novela de gran envergadura con estilo del Siglo XIX sobre la Nueva York contemporánea, y terminó haciéndolo él mismo en La hoguera de las vanidades.

Su obra rompía incontables reglas pero se basaba en el periodismo de la vieja escuela, con una atención obsesiva al detalle que comenzó con su primer trabajo reporteril y perduró por décadas. (Con información de Agencias)



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