Escena

Un universo llamado Juanga

Juan Gabriel fue incomprendido y complejo, pero ante todo fue orgullosamente mexicano. Hoy, millones de adoradores aún orbitan en su universo musical… Y así será por mucho tiempo, pues su música, como él, nunca morirán


  • 17
  • Abril
    2017

Hay a quienes cuesta trabajo aceptar que Juan Gabriel tiene méritos para lucir en los anales de la música mexicana junto a grandes como José Alfredo o Lara.

Fue, como ellos, extremadamente popular en su tiempo. Fue un torrente creativo que avasalló a generaciones completas con sus canciones.

Fue, como todo genio, incomprendido y complejo. Demostró, sin quererlo (porque tenía el don divino de la música), capacidad de crear canciones que hoy millones aún atesoran.

Fue un árbol que alcanzó también para abastecer a otros artistas, al grado de consagrarlos; sin que ello afectara un ápice su capacidad de lanzar álbumes propios extraordinarios, que irrumpirían en el gusto de los mexicanos, latinoamericanos y en general del mundo de habla hispana, con la fuerza que un yunque se hunde en el agua.

En Juan Gabriel la música es, más que un despliegue de destreza técnica, un llamado.

En ocasiones se le ha criticado porque sus letras no son “elevadas”, pero tales han sido opiniones

superficiales.

Con todo y lo elementales que resultaban algunas estrofas al inicio de su carrera, contenían un poder mágico: el poder de la música, de la creación melódica, y la capacidad de deleitarnos y hechizarnos; de sacudir nuestras emociones, de leer nuestras almas y conmovernos.

Para ‘entrarle’ a su música

Juan Gabriel es un universo. Pero quizá su época más prolífica fue la trascurrida en la segunda mitad de la década de los 70 y la primera mitad de los 80.

Encontraremos ahí al mejor Juan Gabriel, al más pleno y radiante.

Juanga había comenzado a tener éxito desde mucho antes, en sus años 20. Y ya en 1976 se publicaba un disco triple con “Lo Mejor” de él.

Pero había aún grandes cosas por venir, para gozo de sus escuchas.

El “Divo de Juárez” recorrió los terrenos de la música popular, las baladas de corte ranchero y las rancheras, a secas, donde derramó en forma copiosa su talento. En todos los géneros logró producciones excepcionales.

Y es que, ante todo, era un músico innato, que poseía el don de elevar estrofas hasta rangos sublimes; de acomodar coros de forma brillante (muchas veces hechos por el mismo), y un magistral manejo de la voz que alcanzaba para detonar la catarsis de sus seguidores y adoradores.

Sabía, como los grandes, “abastecer” el oído con su majestuosa aura de

musicalidad.

Dúrcal, alma compartida

En forma paralela a las producciones propias, puede afirmarse que Rocío Dúrcal fue una de las grandes “realizaciones” de Juan Gabriel.

La española interpretó como nadie su música y hubo melodías que, literalmente, ni él pudo cantar mejor que ella.

La madrileña era, sin duda, una suerte de extensión del espíritu interpretativo de Juan Gabriel; se convirtió en su voz y en una manifestación viviente de su sentimiento artístico.

Uno podía escuchar a Juan Gabriel y a ella y saber que los dos eran un alma compartida. O dicho de otra forma, Rocío Dúrcal era Juan Gabriel, siendo ella misma; Juanga fue él a través de la Dúrcal.

La producción dedicada a la española merece un análisis aparte.

¿Qué es ‘lo mejor’?

A los astros de la música no se les puede llegar por “probaditas”. Hay que “viajar con ellos”, recorrerlos, dejarse llevar según fueron evolucionando. Entendiendo, pues, sus etapas, emocionales y creativas, que en el caso de Juan Gabriel son también las etapas del México que se deleitó escuchándolo.

Uno de sus discos más exitosos tiene por título “Recuerdos II”. Golpeó de forma brutal en las cabezas de todo el mundo de habla hispana e incluye piezas como “Querida”, “Bésame” y “Tus ojos Mexicanos Lindos”.

El que este álbum tan completo lleve clasificación de “segundo” o “segunda parte”, es decir, que es más bien “posterior”, ya resulta intrigante.

A cualquiera que hubiese tenido acceso a la música de Juan Gabriel a partir de “Recuerdos II”, seguramente lo asaltaría la duda sobre cuáles son las canciones de la “primera parte”.

“Recuerdos II”, publicado en 1984, fue tan avasallador que es como si el álbum “Thriller” de Michael Jackson hubiese tenido una primera parte y acabase llamándose “Thriller II”.

Esto se puede comprobar cuándo uno descubre que la primera parte, llamada a secas “Recuerdos”, contiene en efecto canciones memorables.

En esta colección previa están “La Frontera”, “El Noa-Noa”, “He Venido a Pedirte Perdón” y la autobiográfica y popular “Yo no Nací para Amar”; todas ellas distintivas del cantautor originario de Parácuaro, Michoacán.

La tarea ‘imposible’

Sería irresponsable declarar: “esto es ‘lo mejor’ de Juan Gabriel”. Toda clasificación será siempre muy personal.

Pero nada nos impide repasar algunos de sus grandes álbumes.

Entre ellos está, sin duda, “Cosas de Enamorados”, lanzado en 1982, incluyendo piezas que inmortalizaron a Juanga, como “Ya lo sé que te vas” y “No me vuelvo a enamorar”, que hacen ya del disco un imprescindible.

Pero “Cosas de Enamorados” agrega piezas realmente electrizantes, como “Si Quieres” (Yo estaría toda la vida, siempre a tu lado; no creas mi vida que es mentira lo que te digo). Y aquella divertida y pegajosa de “Insensible” (Soy insensible a heridas de amor); sin descartar, por supuesto, la propia “Cosas de Enamorados”, que ha de aparecer también en otro álbum enorme, llamado “Frente a Frente”, que intercala éxitos realmente granados del “Divo” y la Dúrcal.

Un año después, Juan Gabriel lanzó otro de sus grandes álbumes: “Todo”, un espléndido compendio de baladas rancheras con el inigualable sello del michoacano, sobresaliendo “No Vale la Pena” y también una solvente aportación al género del flamenco, donde Juanga se asume como un verdadero cantaor al recitar aquella famosa frase de: una copita por aquí, una copita por allá.

Y del álbum “Todo” no se puede obviar la juguetona y contagiosa “Isi” (Isi no me tengas desconfianza noooh, Isi, Isi, dame sólo una esperanza). Esto sin olvidar, claro está, la que da nombre al álbum, la propia “Todo” (Todo te voy a entregar, lo que he guardado dentro y fuera de mí).

¡Uno no puede dejar de escucharlo!

Después, llegaría “Recuerdos II”, con la inmortal “Querida”. No recuerdo una canción que haya tenido más éxito que esa en México. No hubo en este país quien que “se librara” de escucharla y tararearla si estuvo vivo en aquella época.

En 1986, creativamente incansable, Juanga publicó “Pensamientos”, con una famosa portada en tono amarillo, que muestra un retrato a lápiz del autor vistiendo una camisola de rayas verticales, y cuya imagen tiene de fondo, como signo distintivo, la silueta del Cerro de la Silla.

El detalle regio lo debe a la canción “Doquiera estás tú”, que hace referencia a Monterrey: Si en todo Monterrey tus recuerdos están.

Pero este álbum sobresale, en forma muy especial, por la famosa “Hasta que te conocí”, incuestionablemente una de las grandes de Juan Gabriel, y por “Te lo pido por favor”, otra de sus inmortales: Tú me sabes bien guiar, tú me sabes bien cuidar, todo lo haces muy bien tú, ser muy buena es tu virtud.

Ni modo de obviarlas

Aun cuando la anterior selección repasa ya las grandes producciones de Juanga, se queda corta y obvia una larga etapa del cantante.

Para muestra está el disco triple publicado por RCA Víctor en 1976 que ofrecía ya “Lo Mejor de Juan Gabriel”.

Ahí vienen contenidas canciones como: “No tengo Dinero”, la cual según los consensos lo puso “en el mapa”.

Pero también incluye otras piezas de esa etapa inicial que, si bien elemental en mensajes y tonadas, ya nos daba signos del monstruo de la composición que era Juanga.

Ahí están canciones famosas como “En esta Primavera”, “Será mañana”, la famosísima de corte ranchero “Se me Olvidó otra Vez”, “Cuando seas mi mujer” y “Nuestro Amor es el más Bello del Mundo”.

La selección podrá ser iniciática pero nunca menospreciable.

Sólo en 1978, ¡Juan Gabriel publicó la friolera de cinco discos!, entre ellos “Siempre en mi Mente”, que incluye la hermosa canción homónima dedicada a un tórrido amor: Tú estás siempre en mi mente, pienso en ti amor cada instante.

Aquella racha de productividad, incluyó el disco “Espectacular”, quinto y último de 1978, que no tuvo tanta fama pero incluye una canción en verdad entrañable: “No me Importa tu Olvido” (Y las noches que inventamos, tú las olvidas, yo las guardo todavía). ¡Sólo por ella vale la pena todo el álbum!

En 1981, ya en la etapa más prolífica y plena del “Divo de Juárez”, se publicó un disco de “15 Éxitos con Juan Gabriel”.

Ahí vienen contenidas otras piezas inolvidables y trascendentales en su repertorio. Por ejemplo, la propia y celebérrima “Siempre en mi Mente”, algunas que ya venían en el disco triple de años atrás, y otras no menos famosas como “Juro que Nunca Volveré”.

Sólo un año después, en plena fiebre de Juan Gabriel y sin importar que sus nuevas producciones resonaban sin parar en todas las rockolas, aparecía otra colección, “Los 15 Grandes Éxitos de Juan Gabriel”, donde el sello Ariola aprovechaba para volverle a recetar a los fans clásicos instantáneos como “El Noa Noa”, “Yo no Nací para Amar”, “Inocente Pobre Amigo”, “He Venido a Pedirte Perdón”, “Buenos Días Señor Sol” y “Con tu Amor”.

Esta última había dado título al álbum lanzado por Ariola aquel mismo 1981. Contiene la versión en español e inglés de la famosa canción que a mediados de la década de los 80, retomada por el trío femenil Pandora, las ayudaría a catapultarse a la fama.

La despedida

Después del indispensable álbum “Pensamientos” de 1986, Juan Gabriel entró en una suerte de letargo creativo. Alcanzó a publicar un gran éxito llamado “Debo Hacerlo”, larga y bien lograda pieza progresiva, con aires de pop pero no sin toques vernáculos y hasta flamencos (combinaciones bien resueltas sólo por alguien como él). Debo Hacerlo Todo por Amor, hoy esta noche yo saldré a algún bar, cantaba el Divo en aquella producción sencilla que tomó por asalto las estaciones de radio y era presumida en la carátula como “versión discoteque”.

Pasarían varios años para que Juanga regresara con una producción más completa, pues enfrascado en problemas con casas productoras, decidió simplemente darse una especie de “break” creativo.

En la década de los 90 llegarían sus conciertos en Bellas Artes y el famoso álbum “Gracias por Esperar”.

Todavía en la segunda década del presente siglo Juan Gabriel, nos ofreció: “Por qué me haces llorar”, uno más de sus incontables tesoros en el género de la balada ranchera.

Yo nunca, nunca, había llorado, y menos de dolor; ni nunca, nunca había tomado, y menos por un amor, versaba el Divo acompañado de cuerdas y vientos de mariachi.

Si alguien tuvo el privilegio de verlo en vivo, recordará que en esta canción Juanga siempre agarraba una copa con la que se salpicaba el pecho y al final la derramaba en el público.

La muerte le llegó a Juan Gabriel a la mitad de una gira llamada “MeXXIco es Todo”. No podía ser de otra forma porque, antes que un genio de la composición, Juan Gabriel fue un estandarte de México y su música.

Dicen que compuso 1,800 canciones. Tal vez fueron muchas más. Lo que nadie duda es que muchas de ellas marcaron los corazones de millones de hispanoparlantes.



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