Salud

Entre la perversión buñueliana y polanskiana: ¡Madre!

Una mujer y un poeta, ella, dedicada a arreglar el interior del hogar, a los menesteres diarios, a ser fiel y ferviente sirvienta. Él, un lírico con bloqueo creativo, de presencia potente, insatisfecho y dolido


  • 08
  • Octubre
    2017

Viviendo en un idílico y solitario campo, en una casa alejada de toda sociedad, como si se tratase del más recóndito deseo de aquel que sueña con alejarse de toda corporación superficial. Pero todo está ahí, nada está resuelto, hay mucha agonía, dolor y sufrimiento. Las paredes grises tienen mucho qué gritar ante las visitas impertinentes y destructivas, que van acrecentando el cauce de perdición. El corazón, el interior, poco a poco se empieza a marchitar y la madre no se puede quedar callada, tarde o temprano va a explotar. 

La película comienza y el granulado del filme se empieza a incorporar en mí

Al ver a Jennifer Lawrence en “¡Madre!” es difícil no acordarse de Catherine Deneuve en pleno estado de gracia en “Repulsión” del maestro Roman Polanski; en la línea de Ellen Burstyn (“Réquiem por un sueño”) y Natalie Portman (“El cisne negro”), Lawrence se debate entre lo fundado y la locura, lo surrealista y lo incorpóreo. Darren Aronofsky deja todo el peso en el protagonismo femenino, en Lawrence cae la perspectiva de todos los puntos de la cinematografía. Ella es la protagonista absoluta. Javier Bardem se encuentra como la figura creadora dentro del filme, pero sin dejar avistamientos de cercanía fraternal y amorosa, su contrariedad se reduce al control. 

Aronofsky no se restringe a la perturbación (y posiblemente es ahí donde puede ser tomado su lenguaje cinematográfico como fatuo y artificioso); si en “Pi, el orden del caos” no se circunscribió a la realización de la lobotomía de su protagonista; en “Réquiem por un sueño” la amputación del brazo de Jared Leto; en “La fuente de la vida” Hugh Jackman bebe del árbol, la esencia de la vida eterna y en “El cisne negro”, la aparición de unas plumas extrañas en el cuerpo de Natalie Portman son desprendidas a cuenta gotas por la locura de su intérprete; en “¡Madre!” los últimos veinte minutos de la película posiblemente sean recordados en la historia del cine como de los más inquietantes, con todo y referencias de canibalismo. “¡Madre!” es una película que no se entrega en bandeja de plata al espectador, es decir, el filme contiene muchas capas. Primero podemos encontrar referencias claras sobre la biblia: la primera parte de la cinta es el Antiguo Testamento y la segunda parte Las Nuevas Escrituras. La fama, el sacrificio, la religión, la muerte, conflictos bélicos, y hasta el ciclo creativo de un escritor podrían verse como alegorías. Está claro que el director busca provocar e irritar al espectador para vislumbrar la simbología anárquica como en su tiempo lo hizo Luis Buñuel con “El ángel exterminador” y “La vía láctea”.

Matthew Libatique –colaborador en casi todos los filmes de Aronofsky–erige su ojo artístico como factor importante en la película. Sus tonalidades doradas en la primera parte del filme y luego las más oscuras y grisáceas en la segunda parte (paleta de colores por demás progresiva y uniforme) permean sobremanera en el lenguaje y la narrativa como lo fue de importante en “La fuente de la vida”, filme de una belleza trascendental, que en su momento fue incomprendido por la crítica. “¡Madre!” es el trabajo secular de Aronofsky, y eso que, en tan solo cinco días escribió el guión, en una rabieta por el dolor que sentía por cómo se encontraba el mundo; un salto cuántico a su ingenio, de un atrevimiento sin avistamientos a un final. Ni ‘thriller’, ni terror, más adyacente a una fantasía quimérica aderezada con trazas de géneros, de nada o pocos convencionalismos. Lo que hoy nos regala Aronofsky es un producto fílmico audaz y a la vez es una película que invita a distintas interpretaciones: como tal no es una verdad absoluta, sino un filme con infinitos rostros, donde el espectador le puede dar la conclusión que quiera y con eso, Aronofsky no está insultando al espectador. ¿Con “¡Madre!” estamos ante una obra maestra, un clásico moderno o una obra que trascenderá a los anales cinematográficos? Emitir un juicio prematuro sería en vano, el tiempo es el único que decide. 

“‘¡Madre!’ podría ser sobre el nacimiento de una nueva religión con todo el absurdo irracional, la vanidad y la adoración hacia las celebridades y lo que esto conlleva, o tal vez es solo sobre la dicha de la anarquía involucrada en la destrucción; pero para mí, es una alegoría sobre la madre Tierra y el daño que los seres humanos le están causando, fue escrita para capturar su dolor. Yo solo estaba tratando de ser verídico a lo que está pasando, y la realidad es que contaminamos la tierra, robamos de la tierra, violamos la tierra, no limpiamos nuestros propios desastres sin esperar algún tipo de recompensa.”–Darren Aronofsky, director. 


Comentarios

publicidad
×