Salud

Una nueva filosofía al hacer negocios

Esta pretende reivindicar el potencial que tienen las empresas para desatar impactos positivos en sus comunidades


  • 05
  • Marzo
    2018

El capitalismo que conocemos no necesita de una conciencia para funcionar. En la visión de Adam Smith, una “mano invisible” se encarga de echarlo a andar sin que el Estado ni nadie tengan que intervenir para que marchen las cosas. Esa mano fantasmal es, según la teoría económica moderna, el interés propio de cada quién por alcanzar un estado de bienestar. Por eso, en este sistema la propiedad sobre los medios de producción es privada, así hay un libre mercado y se permite la competencia, el intercambio, las innovaciones y el flujo de capital. 

El problema viene cuando esto último, el capital, se concentra en los pocos y es usado para perpetuar el ‘statu quo’ a costa de lo que sea: abuso de los trabajadores, evasión de impuestos y uso irresponsable de recursos naturales, por ejemplo. Cuando ello sucede, las disparidades se hacen evidentes y desvirtúan al capitalismo y la paz social. Es entonces que pesa la falta de una conciencia, una voz moral que trascienda la codicia y el egoísmo propio de la naturaleza humana.

Pero el capitalismo no tiene por qué ser salvaje. Así lo piensan Raj Sisodia, doctor por la Universidad de Columbia y profesor en Babson College, y John Mackey, fundador y CEO de Whole Foods. Fueron ellos quienes acuñaron el término de capitalismo consciente. Mientras que el objetivo natural del capitalismo tradicional se enfoca únicamente en la acumulación de riqueza, el ideado por Mackey y Sisodia reivindica el potencial que tienen las empresas para desatar impactos positivos en sus comunidades.

El profesor Sisodia lo explica con un ejemplo. Cada año las compañías gastan miles de millones de dólares en campañas de publicidad y mercadotecnia, pero ¿realmente qué valor genera tanto anuncio y parafernalia mediática para los consumidores y la sociedad? Por lo general, ni siquiera para la empresa que invierte el retorno es tan significativo. ¿Por qué no mejor invertir parte de ese presupuesto en el bienestar de los trabajadores ofreciéndoles beneficios a ellos y a sus familias o pagando a tiempo a los proveedores y los impuestos?

El capitalismo consciente contempla este tipo de acciones porque generan valor para su entorno, y éste a su vez termina por retribuirlo. Con ello, la lealtad que se forja con clientes y socios es más fuerte y significativa que la que se logra a fuerza de publicidad y mercadotecnia. Desde luego que las utilidades son necesarias, pero el punto es actuar con sentido para verdaderamente generar bienestar y llenar los vacíos a los que la mano invisible de Smith no puede llegar. Finalmente, servir a la sociedad es el principio rector de esta filosofía de negocio. Sisodia y Mackey exponen sus ideas en su libro “Capitalismo Consciente: Libera al espíritu heroico de los negocios”. En sus páginas explican a detalle cómo hacer negocios y crear prosperidad para la sociedad al mismo tiempo. También existe la organización Conscious Capitalism, cuyo propósito es el de guiar y aconsejar a aquellas empresas dispuestas a adoptar esta mentalidad y llevarla a la práctica en su día a día.

Romper paradigmas no es fácil. Instaurar esta filosofía en empresas añejas no va a suceder de la noche a la mañana, sobre todo en aquellas con estructuras rígidas y burocracia excesiva. Pero tarde o temprano habrán de entender la conveniencia de asimilarla, incluso en la búsqueda de mayores ganancias y la lealtad de sus clientes. Cuando suceda, el beneficio será para todos.





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