Internacional

Así podría verse la evolución del rostro humano en el futuro

El rostro que tenemos es el resultado de millones de años de evolución y todavía sigue cambiando


  • 12
  • Septiembre
    2018

Expertos internacionales cuentan con pistas para delinear como podría evolucionar el rostro del ser humano, sus características y entendér por qué ganará o perderá algunos de sus atributos en la mirada y en sus gestos.

El investigador de la Universidad de Saint Andrews, David Perrett, asegura que seguimos evolucionando y cambiando.

Por su parte Scott Solomon, profesor del Departamemento de Biociencias de la Universidad de Rice, en Texas comenta lo siguiente:

“Nuestras caras han cambiado bastante desde el ancestro común que compartimos con los chimpancés hace unos 6 a 7 millones de años. Los principales cambios incluyen una cresta de la frente reducida, frente aplanada, bozal y mentón menos pronunciados”.

Sin embargo nuestros antepasados más antiguos eran todo lo opuesto de esa descripción: frente pronunciada, bozal prominente y mentón poderoso.

Pero, ¿desde cuándo exactamente la cara empezó a cambiar hasta llegar a la actual?

Erik Trinkaus, profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de Washington acentuó que “La forma básica del rostro humano surgió hace unos dos millones de años y los cambios, desde entonces, acentuaron que se acorten las facciones gradualmente”

Paul Palmqvist, catedrático de Paleontología del Departamento de Ecología y Geología, de la Universidad de Málaga explica que “si nuestro cráneo continúa evolucionando, lo previsible sería que continuase con esa juvenilización en las proporciones craneales, lo que llevaría a una cara más reducida, con órbitas oculares proporcionalmente mayores, un mentón de menores dimensiones y una bóveda craneal más globular y desarrollada. Eso sería lo esperable si continúa un proceso que se conoce como neotenia, que quiere decir alcanzar el estado adulto reteniendo características juveniles”.

Los científicos se basan en evidencias actuales: “Hay datos que sugieren que este proceso evolutivo sigue en marcha. Así, la proporción de individuos que ya no forman la muela de juicio (terceros molares, las últimas piezas en aparecer en la dentición permanente) parece haber ido aumentando desde el origen de nuestra especie en el Pleistoceno superior, hace entre 250,000 y 160,000 años, e igualmente la falta de espacio para esta pieza, por reducción de la mandíbula.


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