Internacional

Palomos de conquista, actividad que causa furor en Cuba

Muchos cubanos crían palomos con la finalidad de lanzarlos al aire para intentar atraer hembras a su propio tejado


  • 10
  • Noviembre
    2017

Los cielos de Cuba viven una guerra de seducción. Los combatientes se llaman “Azul Buchetu”, “Coliblanco”, “Cenizos de los huecos”, “Ripiado” y “El Mexicano” y campean por los aires mostrando sus pechos tornasolados o estirando sus alas.

Muchos cubanos crían palomos que son lanzados cada día al aire para intentar atraer hembras a sus propios tejados. Son aves entrenadas para cautivar o, en el lenguaje local, “palomos de conquista”, una práctica que gana adeptos y en la que se mezcla la competencia, el comercio de pichones y la venta de ejemplares adultos para prácticas religiosas afrodescendientes.

“Es un vicio”, dijo Edison Campos, un barbero de 28 años que comenzó a criar “palomos de conquista” cuando era niño. “Te quitaste la paloma... y estás en (la heladería) Copelia o en cualquier lado y te pones a mirar para arriba a las palomas. Sueñas con palomas y son las 10 de la noche y estás con las palomas”, agregó.

En miles de tejados de La Habana hombres jóvenes y viejos dedican horas a esta actividad, interconectándose con sus vecinos por otros techos -algunos desvencijados-, extendiendo puentes con tejas de zinc para llegar a las jaulas, esquivando cables o intercambiando animales u opiniones sobre los machos más “galanes” para conquistar hembras y a los cuales en su jerga llaman “ladrones” o “asesinos” pues, aseguran, tienen “mucha seducción”.

En los barrios populares la actividad causa furor y ha formado una red de “palomeros” -como se denominan entre sí los criadores- que conversan sobre las mejores jaulas, la forma de alimentación y medicación y las técnicas de entrenamiento. También los hay enemistados entre sí por algún pájaro lastimado, sustraído o reintegrado a su dueño tras un pago -que llaman “multa”- y que puede alcanzar hasta los cinco pesos convertibles, igual cantidad en dólares.

Además de afición, la cría es un buen negocio. Una paloma para ritos de santería -de las que un buen macho puede atraer dos o tres a la semana- se vende por el equivalente a cuatro dólares y los pichones de padres seductores por unos 10 o 20 dólares.



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