Internacional

Pedófilo afirma haber abusado de 900 menores

Era el jefe de una iglesia evangélica, sus atroces crímenes han provocado que se le considere el peor pedófilo en la historia de Rusia


  • 13
  • Octubre
    2018

Viktor Lishavsky, de 37 años, trató a las víctimas como su harén personal y esclavas sexuales. Lishavsky admitió su culpabilidad ante todos los cargos, pero se negó a presentar pruebas en su juicio a puerta cerrada en Komsomolsk-on-Amur, en el Lejano Oriente ruso. La ciudad está en el extremo oriental de Rusia, a 2,200 km de Moscú.

Lishavsky, es el exjefe de una iglesia evangélica en la ciudad de Amursk y se cree que es el peor pedófilo condenado en la historia rusa.

Un tribunal de Komsomolsk-on-Amur declaró al “monstruo” culpable de más de 900 cargos de violación y actos sexuales violentos, en su mayoría contra niñas de alrededor de 13 años.

Cumplirá su condena en una colonia penal de régimen estricto, después de lo cual enfrentará otros dos años cuando no podrá abandonar la ciudad donde vive y tendrá que presentarse regularmente ante la policía.

Se le ha prohibido trabajar con menores durante dos décadas más después de su liberación.

Lishavsky fue atrapado después de un reinado de cinco años de terror sexual cuando una de las niñas confió en su madre adoptiva, quien había sido completamente inconsciente de su abuso, le dijeron al juez, las otras víctimas corroboraron entonces las acusaciones contra él.

Durante el día dirigía un taller de reparación de zapatos, pero por la noche atacaba regularmente a las adolescentes.

Lishavsky y su esposa tuvieron tres hijos propios y adoptaron a nueve más.

Según una declaración del tribunal, fue declarado culpable de la violación de menores, incluidos los actos cometidos con crueldad particular y de obligar a sus víctimas menores de edad a cometer actos de naturaleza sexual.

También fue declarado culpable de actos indecentes, como el uso de la violencia contra las niñas menores de 16 años y la tortura.

La fiscal estatal Tatyana Filatova dijo: Ninguna de las niñas se quejó porque cada una lo consideraba un padre.


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