Vuelven las peregrinaciones a las calles de Monterrey

Después de casi dos años de restricciones, volvieron las peregrinaciones a las calles y con ellas la tradicional danza de los Matachines, quienes por kilómetros, al ritmo de sus particulares pisadas, muestran su fervor guadalupano.

Las danzas de los matachines se realizan en todo el país y algunos de sus elementos llegan a diferir por regiones, sin embargo está tradición es más notoria al norte en estados como Zacatecas, Coahuila y por supuesto Nuevo León.

La indumentaria consiste en una nahuilla hecha de carrizo y metal, decorada con lentejuelas de diversos colores y con algunas figuras como la de la Virgen de Guadalupe. En la cabeza generalmente portan un gran penacho de plumas, otros grupos usan paliacate y algunos sombrero tipo mariachi. Y para hacer sonar aún más cada paso utilizan unos huaraches de tres piquetes con correas y láminas para hacer ruido.

Esta danza proviene de las tradiciones nómadas y chichimecas, pero se ha ido modernizando. En su andar se caracteriza por el paso de la cruz, pues trazan una cruz con el pie y la señalan a pisotones de doble remate y dan círculos sobre su eje, bailando sin parar hasta llegar al recinto religioso para concluir el ritual con una misa a la Virgen de Guadalupe.

Cientos de familias se reúnen para seguir detrás de los Matachines quienes abren el paso de alguna imagen de la Vírgen guadalupana, acompañada de fieles que entonan cánticos y rezan el rosario.

También los acompaña el ‘viejo de la danza’, quien baila de una manera más cómica y a su paso llama la atención de los transeúntes.

En sus inicios este baile era protagonizado por hombres, pero hoy en día es una tradición familiar en la que participan también mujeres, niños y niñas.

En Monterrey los diversos grupos de Matachines acaban este recorrido de devoción en la Basílica de Guadalupe en la colonia Independencia; y sin duda este año volvieron a llenar de color y fe este templo sagrado.

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