Opinión

Ante el ‘Plan B’, el reto del INE es comunicar bien

Ante el ‘Plan B’, el reto del INE es comunicar bien

Nadie –al menos nadie para quien la decencia sea una preocupación relevante– puede tener duda respecto de la intención del famoso “Plan B” de Andrés Manuel López Obrador. Se trata de un instructivo para “destazar” al Instituto Nacional Electoral con el fin de tener, luego, la libertad de robarse las elecciones de 2024… si acaso resulta necesario hacerlo.

Contener las pulsiones autoritarias del mandatario, ha quedado claro más de una vez, no es empresa sencilla. Y no lo es porque contra su deshonestidad no se libran batallas simétricas, sino unas en las cuales él y sus adláteres utilizan todas las mañas existentes para avanzar posiciones.

La principal arma en el arsenal lopezobradorista es la mentira. Ya no es un asunto esporádico, accidental o contingente: desde el púlpito de la misa tempranera se miente por sistema, sin pudor, de forma grosera.

Van quedando pocas personas vivas a quienes pueda preguntársele sobre el “relleno de urnas”, o la “falsificación de actas” de la jornada electoral, o el “ratón loco”, o cualquiera de las tantas marrullerías inventadas por el régimen del PRI en su época de gloria. Pero como es conveniente a sus intereses, López Obrador sigue afirmando su existencia en el presente.

Y así, de un recuerdo lejano de tiempos electorales idos, pasa a la ficción absoluta: el INE sigue permitiendo y tolerando tales conductas y por ello es una institución a la cual deben hacérsele reformas profundas. Ficción absoluta y de la mala…

Otra falacia completa del tabasqueño es reducir –convenientemente– su famoso “Plan B” a la intención de “disminuir el salario” de los consejeros electorales. “Ahora, porque se presentó una ley que no tiene alcances mayores, nada más es bajarles el sueldo porque ganan muchísimo dinero y derrochan dinero público, también eso les molesta. ¿Cómo se va poner en riesgo una elección si quien ha hecho valer la democracia es el pueblo? Los que ponen en riesgo la elección son ellos”, dijo el jueves pasado.

La afirmación es una patraña. No se trata de bajarle el sueldo a alguien –o no sólo de eso– sino de cercenar más de la mitad de la estructura profesional del INE, gracias a la cual los comicios en México se han convertido en ejercicios dignos de reconocimiento por su solidez.

Vale la pena aquí, por cierto, hacer una breve mención al engaño representado por el argumento de pretender construir un modelo en el cual “nadie gane más” de lo obtenido por quien ocupa la Presidencia de la República. Porque no es sólo a partir del salario nominal como se calcula el costo de una plaza en el servicio público. Además es necesario considerar todas las prestaciones inherentes al cargo.

En el caso de López Obrador deben sumarse a sus ingresos la vivienda proporcionada con cargo al pueblo (¡nada más un palacio!), la alimentación, los vehículos, el combustible y el amplísimo personal del cual dispone, no para sus tareas como titular del Poder Ejecutivo, sino para sus necesidades personales.

Sumado todo eso, el costo de la plaza de Presidente de la República debe rondar los cientos de millones de pesos al año. Nadie se deje engañar por la patraña de la “austeridad”. Casi ningún otro servidor público –y los del INE ciertamente no– pueden ahorrar el 100% del salario percibido mensualmente.

De regreso a lo nuestro, el gran reto del INE en la cruzada contra el “Plan B” es comunicar con eficacia los datos reales, difundir de maneras simples y entendibles para todos la información cierta sobre las intenciones de quien pretende dinamitar la democracia utilizando sus propias herramientas.

Desmontar las mentiras del obradorato es el reto fundamental de aquí al momento en el cual la Suprema Corte de Justicia de la Nación resuelva los recursos jurídicos con los cuales se combatirán formalmente las reformas. Lograr ese propósito es vital para crear el clima social necesario para arropar a la Corte e impedir el chantaje vulgar a cuyo logro están entregados en este momento todos los esfuerzos del gobierno federal.

Es difícil, pero posible.

@sibaja3


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