Banca frágil, mentes dispersas
Banca frágil, mentes dispersas
Los dueños de los bancos en el sistema financiero mundial cuentan con una historia en común: usan dinero de otros para comprar empresas o proyectos, o bien para prestar dinero a particulares para comprar su carro, casa, educación o vacaciones. Siempre es con dinero ajeno.
La quiebra del Banco de Silicon Valley, SVB por sus siglas en inglés, ha reavivado la discusión eterna de si los gobiernos deben intervenir para salvar empresas privadas de la quiebra con dinero público o no.
El gobierno de EUA cuenta con un fondo para cubrir un salvamento a los ahorradores que depositan en un banco su dinero, el cual les devuelve hasta $250,000 dólares en caso de que el banco caiga en impago por insolvencia.
Mexico tiene un fondo igual, el Instituto de Protección al Ahorro que hace las misma función, sólo que por un monto menor, hasta $2 millones de pesos. O sea que si tú tienes dinero en un banco que quiebra, te pagan desde el gobierno tu cuenta, siempre que no rebase ese monto.
En ambos casos han tenido que entrar al rescate de bancos en problemas por lo que, elegantemente, llaman “turbulencias financieras” en el mercado y que desde la crisis de 2008 no pasaba. Lo cierto es que con dificultad nos vamos a poner de acuerdo sobre si debe o no el gobierno rescatar bancos o deudores.
Lo que llama la atención es el impacto que tiene la quiebra de un banco en el sistema mundial bancario y que se rige por reglas más o menos iguales en Europa, América y Asia.
Veamos primero las causas de que el SVB haya caído tan bajo. Los préstamos en los que se especializaba eran los de startups, o sea de empresas tecnológicas iniciando con plataformas que, en el mediano o largo plazo habrían de producir muchas ganancias. Esa fiebre de startups consta de un elemento llamado incertidumbre y con el cual la mayoría de los bancos no se quieren meter.
El aumento en las tasas de interés, que decidió la Fed de EUA, provocó que los que le deben al banco no pudieran pagar. Es decir, los ingresos no les daban suficiente para pagarle al banco lo prestado. Los ahorradores empezaron a sacar su dinero en estampida y el primero de ellos fue el mero mero del banco, el CEO del SBV (algo así como el presidente), quien vendió un paquete de 12,000 acciones en $3.5 millones de dólares, tan sólo dos semanas antes de la quiebra. Así como el año previo recibió pagos por su “eficiente desempeño” por más de $17 millones de dólares.
No es algo nuevo. Los bancos prestan con garantía o sin garantía de pago y, casi siempre a los que les prestan sin garantía, son accionistas o amigos del banco. Y lo acabamos de ver con Banco FAMSA, igual como hace años pasó con Bancreser, Serfin y Bancomer, entre otros.
La solución llega de diferentes maneras y la del SVB llegó de otros bancos que invirtieron dinero de sus ahorradores e inversionistas ($30,000 millones de dólares), para evitar que siguiera la cadena de afectados que en ese momento eran Signature Bank, First Republic Bank, Western Alliance en EUA y Credit Suisse en Europa. Evitar el efecto dominó parece haber tenido éxito en una batalla, aunque no parecen haber ganado la guerra.
El Deutsche Bank anda en las mismas broncas, pues bajó su valor en 14%, y otros grandes no tardan en sufrir las consecuencias.
El juego del dinero y las ambiciones de sus administradores han quebrado bancos y roto las ilusiones de quienes querían tener una vida tranquila al llegar a su vejez. La falta de educación financiera y buena memoria nos hace víctimas potenciales de ello y nos aplican repetidamente la misma receta. ¿Cuando será la siguiente “turbulencia financiera”?
Podemos culpar a “la era de Acuario”, felizmente recordada en la popular canción de La Quinta Dimensión (1969), pero los astros no son los que nos obligan a hacer lo que hacemos ni a elegir nuestros caminos. Elegimos a las autoridades, a nuestros bancos, a nuestras tiendas, a nuestros artistas, sólo somos nosotros los que forjamos el futuro, somos nosotros los que día a día decidimos.