Diecisiete amigas de 44 años dejamos familia y trabajo en México para vivir una experiencia profunda que nos transformó a todas y nos hizo reafirmar el amor y la amistad que nos tenemos desde hace muchos años.
Seis días, 120 km, desde la ciudad de Sarria hasta Santiago de Compostela: nuestra peregrinación a pie… todavía no lo puedo creer.
Siento que fue una energía muy especial la que logramos crear juntas, la que nos impulsó a dar cada paso y a no rendirnos. Salíamos de madrugada y veíamos amanecer entre la neblina de las montañas, en esa transición mágica de la oscuridad a la claridad. Un café, un plátano y un sándwich nos ayudaban a continuar durante largas horas. No faltaban los remedios para cuidar nuestros pies: vaselina, calcetas de lana, vendas, curitas y medicinas para aliviar un cuerpo que, por las tardes, llegaba cansado al siguiente destino.
Pero bastaba un té, un vino y nuestras pláticas eternas para olvidar el dolor físico y reconectar con nuestras historias de infancia y con lo que somos ahora como adultas. La palabra que estuvo en mi mente toda la semana fue gratitud: agradecida por tener a estas mujeres increíbles en mi vida, a quienes puedo llamar hermanas, familia y, muchas veces, refugio.
Claro que hubo momentos duros. Fue difícil también. Pero la vida es así, inevitablemente. Nos dimos cuenta de que transitar el camino en compañía lo hace más llevadero, divertido y hasta mágico.
Esto no fue solo una aventura: fue una hazaña en equipo, porque no puedo llamarlo de otra manera. Hoy llegamos a Santiago de Compostela. Solo pudimos tumbarnos sobre nuestras mochilas y admirar la belleza omnipotente de la catedral. Es casi imposible resumir en pocas líneas lo que vivimos en esta semana intensa, pero puedo decirte algo con certeza: todo lo que escuches sobre el Camino es verdad.
Es verdad que el Camino se parece mucho a la vida: que tiene un mensaje único para cada persona, que te lleva al límite de tus capacidades mentales y físicas, que es inolvidable, que te hace reflexionar y encontrar respuestas, que te ayuda a conocerte mejor.
Hoy le agradezco a mi cuerpo por haber recorrido toda esa distancia, a mi corazón por haberse abierto a cada momento y a la vida por regalarme a estas 16 mujeres que caminaron a mi lado.
Porque al final, entendí que el verdadero destino no era llegar a Santiago… era llegar juntas.
Así como todos los peregrinos en el recorrido se dicen “Bo Camiño”, hoy te digo a ti: buen camino también.
Y como esa frase que leíamos por todos lados: “Ultreia e Suseia”, que significa “siempre adelante y hacia lo alto”. Porque el Camino nos deja esta enseñanza: nunca rendirnos y siempre ir hacia adelante, mirando hacia arriba… mirando hacia el cielo.
