Duelo por Miguel Pruneda
“¿Alguien oyó hablar del asesino del Obispado?”.
Desde la colonia María Luisa en la ciudad de Monterrey se narra un combo de historias relacionadas con el sentido de la muerte, el panteón de Dolores se convierte en un jardín de juegos para dos niños que al crecer tienen marcados algunos nombres con sus historias a cuestas.
El escritor regiomontano David Toscana, quien en 2018 fue galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia, es el autor de Duelo por Miguel Pruneda (Alfaguara), una novela en su más reciente edición que recrea en el mundo de los vivos los roces con la muerte, el sentido de permanencia a un nivel de lo posiblemente absurdo.
Pruneda es un personaje nostálgico, que se aburre, está fastidiado, fantasea escenarios improbables y perversos, usa un humor “rudimentario”, además es insolente en su trato a los demás. La monotonía de su matrimonio con Estela le abona al desabasto de motivación y apremian su enfado por vivir en la ciudad de los bochornos por las tardes.
Luego de treinta años de servir a la empresa, está a punto de recibir un homenaje, un premio por acumular tiempo, “el empleado fiel y puntual que acumula años”.
Toscana dibuja muy bien el olor de la lavanda, el movimiento de las astas del ventilador en plena tarde calurosa, el paseo en bicicleta que pasa por Degollado y Matamoros; nos viste de imaginación subirnos a los cañones del Cerro del Obispado, esos que apuntan a la gente, las escalinatas.
¿Cómo podríamos relacionar la batalla de Monterrey contra los gringos, con un accidente de avión en el pico de El Fraile, con la desaparición de una adolescente, unos huesos sueltos en bolsa negra encontrados en el panteón y un anciano muerto que está a punto de reventar en su bañera repleta de formol?
La novela tiene numerosas referencias locales de ese cuadro urbano de Monterrey, por ejemplo, la Maternidad Conchita, “hubo una época en que todos nacimos ahí”.
También relata el tono de la violencia en torno a las desapariciones, a la mentira o los mitos, al abuso de poder, al desabasto de certezas: “Somos un país católico y creemos sin ver”.
Entre sus páginas, un cadáver inicia la secuencia de escenas en las que un grupo de personas dejan aflorar su vanidad, ignorancia, dolor y frustración. Deviene la tensión, diálogos que permiten imaginar los tonos de voz, la burla, una burla áspera, a veces surreal sobre el cuerpo de los muertos o la estancia de los vivos.
La obra de Toscana ha sido reconocida como una de las voces más predominantes de la narrativa hispánica. Su obra ha sido traducida a más de quince idiomas.