El coleccionismo
“Los coleccionistas son personas con instinto táctico”.
“La propiedad y la posesión están subordinadas a la táctica”, explica el crítico, ensayista y traductor alemán Walter Benjamin para hablar de ese acto de la mirada al detectar un objeto que se ambiciona en el libro El coleccionismo en una edición con introducción de Beatriz Sarlo (Ediciones Godot).
Reunidos cuatro textos de Benjamin afines por su interés sobre el coleccionismo, este libro despierta el interés por la historia, los objetos en el espectro de la propiedad y las bibliotecas en su conjunto como tesoros.
Una colección, explica Sarlo, tiene entre sus características y cualidades ser: “Un conjunto disgregado de discursos, de comunicaciones, que solo puede tomar sentido si alguien comienza a organizarlos. Y ese conjunto disgregado siempre, al coleccionista… le parece que no está terminado”.
Para Benjamin, el coleccionista padece un tipo de pasión vinculada a esa tensión entre el orden y el desorden, al sentido de la posesión, al rechazo de la funcionalidad, así como lo utilitario del objeto, y a la historicidad en el espectro de los sentimientos humanos.
“Cualquier pasión linda con el caos, pero la de coleccionar lo hace con el caos de los recuerdos”, se lee al autor al referirse a sus libros, adquiridos, encontrados, recibidos, pero que al fin de cuentas forman una constelación más cercana al círculo mágico que encierra a los objetos en su poder.
“Los coleccionistas son los fisonomistas del mundo de las cosas... Basta con observar a un coleccionista manipulando los objetos de su vitrina”, persiste Benjamin.
La adquisición de libros va más allá de consideraciones económicas o de conocimiento en la materia, Benjamin añade el sentido del olfato, habla de consonancias, de armonía y agudeza de esas consonancias. Del reconocimiento del libro, si está hecho para él o no. Adquirir libros viejos es hacerlos renacer, otro estado de la renovación.
¿El coleccionista lee todos los libros que adquiere? No. El autor asevera que según su experiencia no sucede y comparte la contestación de France a la clásica pregunta de cuando alguien ajeno a los libros admira una biblioteca: “Y usted, ¿leyó todo esto?”, a lo que responde: “Ni una décima parte. ¿o acaso usted come todos los días con su porcelana de Sѐvres?”
Además de abordar la figura de Eduard Fuchs como coleccionista e historiador, Benjamin no deja a un lado al materialismo, el conocimiento dialéctico, el discurso de la cultura cosificada, la creatividad y la experiencia política en las artes, entre otros temas que hacen de este libro una joya para revisión del coleccionismo y su trascendencia en la historia.