Opinión

El termómetro de la salud: los pobres

El termómetro de la salud: los pobres

1. El tema de la salud ha estado presente en muchas conversaciones durante los recientes días. Y claro: se comenta con profusión el contagio de Covid-19 que ha sufrido el Presidente de la República, y las especulaciones surgidas en torno a sus problemas cardiacos. Sin embargo, y deseando su pronta recuperación, hay otra situación que es todavía más preocupante: este martes pasado la Cámara de Diputados sepultó al Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar), que a su vez había desplazado al Seguro Popular, que atendía a millones de mexicanos sin seguro social.

2. Ahora, los 12 millones de personas que acudían al Insabi tendrán que buscar sus cuidados médicos en el IMSS, que ya tiene 71 millones de derechohabientes. Si ya de por sí “ir al Seguro” era un verdadero viacrucis para muchas personas, ahora se agravarán por la evidente saturación que tendrán sus clínicas y hospitales. Esta decisión de los diputados es un eslabón más en la extensa cadena de problemas sanitarios que encarcela al país en la enfermedad, y que está muy lejos de lo vivido en Dinamarca, meta a alcanzar por la 4T en materia de salud.

3. Son muchos los obstáculos que se han presentado para llegar a ese horizonte: la desaparición del Seguro Popular, que brindaba servicio a los más pobres; la pandemia y su cuestionado manejo –recordemos que las máximas autoridades trataron de minimizar su impacto, y el saldo fue desastroso–; el desabasto de medicamentos, que afectó en primer lugar a niños con cáncer, y el reciente hallazgo: en lo que va del sexenio, el sector público ha dejado de surtir 45 millones de recetas, con el evidente florecimiento de la oferta ilegal de medicamentos.

4. La actual administración está demostrado su incapacidad para cuidar de la salud publica. Y una de las razones es presupuestal: el informe Panorama de la Salud Latinoamericana y del Caribe 2023, publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), indica que la inversión en salud de México llegó sólo a un 5.4% del producto interno bruto (PIB), lo que nos coloca en los últimos lugares de América Latina. Cuba, por ejemplo, destina el 11.1%, y ya es tradicional su preocupación por la salud de los isleños.

5. Esta falta de recursos afectará, aún más, a quien vaya al IMSS en busca de apoyo médico. Conozco enfermeras y doctores del Seguro que hacen esfuerzos heroicos para brindar un servicio de calidad a los pacientes, pero no pueden ante la falta de instrumental adecuado, de medicamentos, de instalaciones modernas y funcionales, de protocolos claros. Es previsible, entonces, que muchas personas se vean obligadas, ante los retrasos y programaciones a largo plazo para cirugías, a buscar consultas privadas, y a adquirir medicamentos por su cuenta, todo ello muy costoso.

6. ¿Cuánto cuesta una cita con un médico particular? ¿Y las medicinas que receta? ¿Una intervención quirúrgica en un hospital privado? ¿Cuál es el costo de un viaje a Houston para una segunda opinión? Quienes tenemos ese privilegio somos los menos, mientras que los más pobres, esos a los que se ha colocado en primer lugar por la 4T, seguirán deteriorando su salud ante la falta de una adecuada atención. La manera en que un gobierno ejecuta sus políticas públicas lo define: el trato que se ha dado a la salud de los más pobres describe al actual.

7. Cierre icónico. Al respecto, es muy recomendable el texto de Octavio Gómez Dantés, Héctor Hernández Llamas y Edson Serván-Mori: “Ni universal, ni público (ni danés): el sistema de salud de la 4T”, publicado por la revista Nexos (Marzo 14, 2023). Ofrece una completa radiografía del sistema sanitario en Dinamarca, y explica sus características fundamentales: universal, público, plural y descentralizado. Esos son los rasgos que proponen para tropicalizarlos aquí, para que sí podamos compararnos con los daneses en la procuración de la salud de todos los mexicanos.

papacomeister@gmail.com


×