¿Elegir a los jueces?
¿Elegir a los jueces?
La polémica acompaña las decisiones del Poder Judicial en todas partes del mundo porque tienen la obligación de decidir quién tiene la razón en un pleito entre las partes que acuden a ellos y sus representaciones legales. Casi siempre hay quien gana y quien pierde. Pero hay veces en que todos pierden, pero no conozco resoluciones en las que todos ganan.
Así como a lo largo de la historia los pleitos legales han existido, también hay momentos en los que los “no favorecidos” por la Corte se sienten tan indignados que lo protestan y desacreditan al juzgador.
Este es uno de esos tiempos.
El senador de Puebla Alejandro Armenta acaba de hacer una propuesta de reforma constitucional para que los miembros del Poder judicial sean electos por el pueblo de manera directa, dejando a un lado el sistema actual en el que el Poder Judicial se autogobierna.
En Nuevo León, el gobernador Samuel García se queja del Poder Judicial y la Fiscalía, porque los considera manipulados por sus adversarios y ha hecho promociones de amparos en Tamaulipas y en la Ciudad de México.
En el caso de NL, hace varios años que la constante es que el Congreso estatal ha ido designando a los integrantes del Poder Judicial y, claro, los que eligen son los que tienen mayoría de curules, por lo que en ese órgano el gobernador es una minoría y claro que tiene razones fundadas para creer que es “víctima de un complot”. Es una elección indirecta: nosotros elegimos a los diputados y estos a los juzgadores.
En el caso federal, el presidente de la República, López Obrador, se queja de parcialidad de los ministros de la Corte y de algunos jueces a los que considera corruptos porque dan ventajas a personajes influyentes de la élite política y económica del país. Incluso aseveró que el requisito de 10 años de experiencia para ser miembro de la Corte es un exceso porque se “malean”.
Todos queremos un Poder Judicial independiente y autónomo, pero… ¿Independiente de quién?
Considero que el Poder Judicial, junto con las fiscalías o procuradurías, son lo más atrasado que hay en el país y así lo demuestran los índices de impunidad existentes en todas las entidades federativas. La impunidad alcanza más del 97% y apenas 1% de los casos presentados ante un juez alcanzan sentencia. Ya sería mucho pedir que la sentencia sea, además, justa.
Hasta ahora, en el Poder Judicial federal, igual que en el local, las influencias derivan de que se nombran a personajes favoritos del titular del Poder Ejecutivo. Todos los actuales fueron promovidos por el presidente en turno. ¿Entonces su autonomía es cuestionable?
Si los jueces y magistrados son elegidos por el pueblo, como la iniciativa Armenta propone, ¿Esa condición le dará autonomía e independencia del Ejecutivo? Lo dudo.
En la actualidad, el Consejo de la Judicatura juega un rol fundamental en las nominaciones dentro del Poder Judicial y se ha convertido en un poder sordo dentro de otro poder. La razón es que justifican que ser juzgador se trata de una especialidad que sólo especialistas pueden elegir. ¿Y a poco así ha sido en la historia del organismo? No creo.
En varios países han combinado las formas de selección para que las barras y colegios de abogados propongan unos, por tratarse de especialistas en leyes. Otros juzgadores son designados por el presidente en turno a propuesta del senado, y en otros al revés. Otros más agregan que el mismo poder judicial sea el que proponga.
Está bien, pero sólo reparte pedazos de queso a los comensales, sin que se alcance una autonomía plena.
En caso de que se abra a la elección directa del pueblo, las polémicas serán las mismas, sólo que ahora se ventilarán de manera más abierta entre la población y seguiremos viendo casos en los que saquen “trapitos al sol”, pero ahora en campaña.
Los secretarios seguirán viendo pasar a los jueces novatos, los secretarios colegiados verán encumbrarse a recomendados de la realeza judicial y nosotros seguiremos viendo una justicia desvirtuada que, “casualmente”, resuelve asuntos de ricos y deja sin justicia a los pobres.
La iniciativa no me conmueve mucho, mi esperanza es poca y las oleadas electorales, sean guindas, tricolores o bicolores, seguirán influyendo en cada elección sobre quienes gobiernen en el Poder Judicial. Si acaso hay una ventaja de que se elija por vía directa y no indirecta, es que se abrirá a la transparencia, lo que en el interior del poder ocurre y, al menos, sabremos quién es quién.