Opinión

Emisiones mortales

Emisiones mortales

Los políticos cuando deben de actuar con eficacia para solucionar los problemas de la comunidad –como responden a intereses de grupos– solamente simulan y prometen tomar medidas drásticas, en la realidad se mantienen pasmados, como sucede con la contaminación que genera la refinería de Cadereyta, veámoslo a continuación.

La paraestatal establecida en 1979 se ha convertido en una pesada carga para el erario y un peligro latente para la salud de los habitantes de la zona metropolitana de Monterrey (ZMM) debido a sus emisiones contaminantes. Como empresa genera miles de millones de pesos en pérdidas; sin embargo, su punto crítico es haberse convertido en la principal fuente de contaminación, al provocar altas emisiones de dióxido de azufre, partículas que son severamente dañinas al organismo, al ser respiradas pueden ingresar a la sangre y aumentar el riesgo de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cardiacas, llegando a provocar una muerte prematura. El factor contaminante se debe principalmente a que la planta se instaló en un punto donde las corrientes de aire que la cruzan confluyen hacia la ZMM; por lo tanto, las condiciones geográficas y meteorológicas propician la concentración de los gases nocivos en este amplio espacio.

La sociedad se estremeció hace algunos días debido a que la refinería emitió columnas de humo amarillo y negro. En un comunicado la empresa trató de restarle importancia al expresar: “…una columna de humo cuyo contenido era 99% de vapor de agua y el 1% restante era remanente de hidrocarburo, lo que le dio coloración amarilla a la columna de vapor”. Los expertos desmintieron tal aseveración, al afirmar se trataba de dióxido de azufre elemento altamente tóxico para la población, cuya presencia se debía al incremento de la producción de combustóleo, energético cuya elaboración ha sido prohibida en muchos países debido al peligro que representa para el medio ambiente. A pesar de sus efectos nocivos, Pemex siguió aumentando la producción, por lo que el gobernador se vio obligado a tomar cartas en el asunto, comprometiéndose a: “… vamos a poner sanciones fuertes por este incidente…”. Después de varios días transcurridos, la gente se pregunta: ¿en dónde están las sanciones?, ¡no se han visto acciones!, ¿por qué no actúa?

El gobierno del estado, por medio de la Secretaría de Medio Ambiente, se concretó a llevar a cabo las siguientes acciones “contundentes” y “sanciones fuertes”:

1. El pasado 19 de marzo, intentó aplicar una clausura temporal a la refinería, pero no pudo; su justificación fue que ese día era de asueto.

2. Acudieron a las oficinas de la dependencia para dejar el exhorto, pero no fue recibido.

3. Intentaron colocarlo en la caseta de la planta, pero no les fue permitido.

4. El estado se comprometió a clausurarla entre semana, algo que nunca sucedió.

5. Finalmente, acudieron a las oficinas generales en la Ciudad de México. ¿Qué sucedió después? Los funcionarios de Pemex se comprometieron a estudiar el caso; es decir, ¡no solucionaron nada!

Al cotejar los hechos con las acciones y logros obtenidos por parte del gobierno estatal se deduce: lo que sobra en la administración son palabras, todo queda en discursos plagados de buenas intenciones, pero sin ningún resultado, apostándole al olvido de la gente.

Hay que decirlo con claridad: la refinería de Cadereyta tiene una inversión ambiental de cero. Siempre funcionó sin supervisión y transparencia en el procesamiento que generan los agentes contaminantes; ahora es tarde y costoso ponerle remedio a una situación que se dejó en el olvido, urge la clausura de la planta para frenar el grave daño que están sufriendo los nuevoleoneses.

Un gobierno humanista cerraría la refinería, por generar el 90% del dióxido de azufre que se respira en la entidad y ante la indiferencia de Pemex, pero como este gobierno está bajo el signo del Instagram su ocupación es anunciar acciones espectaculares para aparentar su preocupación por el medio ambiente.

En conclusión, urge un plan ambiental con acciones contundentes y resultados visibles en el corto y mediano plazo para garantizar la integridad de lo único que importa: la gente.


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