Francisco Zarco debería renacer en el periodismo actual
Francisco Zarco debería renacer en el periodismo actual
¿Qué escribiría Francisco Zarco, el gran dandi liberal, sobre la prensa mexicana actual? Que la letra impresa, como propagadora de ideas, ha retrocedido históricamente.
Zarco murió apenas cumplidos los 40 años, en 1869, tras el fin del Imperio de Maximiliano y la restauración de la República. Es mi escritor preferido, por muchas razones que rebasan las fronteras de lo literario.
Pudo ser el literato más importante del Siglo XIX, pero le ganó su apego a las causas sociales y su voluntad de ser el cronista del Congreso Constituyente de 1857, en una época en la que no había grabadoras, por lo que Zarco sólo recurría a su memoria prodigiosa y a un método taquigráfico inventado por él, para levantar constancia de los debates legislativos.
Con el seudónimo de Fortún, Zarco entendió que los periódicos eran el espacio ideal para dirimir diferencias nacionales. Había padecido, muy joven, los ataques contra la libertad de expresión que el héroe liberal sorteó escribiendo contra el gobierno.
Al mismo tiempo, criticó los defectos del periodismo lambiscón y vendepatria. Lo hacía con nombres y apellidos, de manera que hoy se hubiera despachado a dos o tres vacas sagradas de la prensa, acusándolos directamente de mercenarios.
En un discurso suyo sintetizó toda la historia del periodismo (fue electo diputado por su estado natal, Durango, en 1856). Y en otro discurso proclamó: “La igualdad será desde hoy la gran ley en la República; no habrá más mérito que el de las virtudes; no manchará el territorio nacional la esclavitud, oprobio de la historia humana; (...) la manifestación del pensamiento, sin más trabas que el respeto a la moral, a la paz pública y a la vida privada”.
¿Vivimos ahora en un país igualitario? No. ¿Prevalece un régimen meritocrático? No. ¿Ha desaparecido la esclavitud en un territorio dominado por los cárteles de la droga, el secuestro y el pago de piso? No. ¿Se manifiesta libremente el pensamiento? No.
Frente al edificio del Senado de la República se alza una de las dos estatua de Zarco, en el paseo de la Reforma (la otra está en la colonia Guerrero).
Sus ojos de bronce miran irónicamente el remedo legislativo de un país donde los poderes fácticos (el crimen organizado, los mercenarios del fentanilo) dominan los poderes formales y las instituciones públicas se ofenden cuando un particular se “mete” en contra de ellas.
En su artículo “Día de muertos”, publicado en el diario El Siglo Diez y Nueve el 3 de noviembre de 1851, Zarco dice que la patria ha muerto por tanto saqueo y mutilación: “murió Texas, murió California, murió Nuevo México, y acaso pueden ya tocar a muerto por Tehuantepec y Tamaulipas, por Nuevo León y por México, en fin. Porque en este horrible cementerio la fetidez mata, el aire está envenenado, la atmósfera pestilente y los sepultureros están ya agonizantes”.
¿1851 o 2023? Las fechas se confunden. Los vicios se repiten. Los muertos no renacen.