Humo de mentiras
Los políticos siempre le han sacado la vuelta al control del medio ambiente. Sus acciones la mayoría de las veces se quedan en anuncios y buenas intenciones, por esta razón, en menos de 20 años el área metropolitana de Monterrey se ha convertido en la región más contaminada de México y América Latina. Recientemente corrimos graves riesgos por la alta emisión de dióxido de azufre generada en la refinería de Cadereyta, a pesar del peligro que representa para la salud, el gobierno del estado actuó con tibieza simulando presiones a la paraestatal, veámoslo a continuación.
La actual relación del gobierno de Nuevo León con la referida planta de Pemex se puede dividir en dos etapas: el antes y después de que ésta última emitiera las columnas de humo amarillo y negro. La primera etapa fue triunfalista, plagada de mentiras, basta señalar que el 20 de noviembre de 2021, al presentar la iniciativa sobre la Ley de Hacienda del Estado ante el Congreso Local en la exposición de motivos se afirmó: “… se han logrado acuerdos con la industria como ha sucedido con la refinería de Cadereyta en donde se tomaron medidas para reducir hasta en un 90% las emisiones contaminantes”. En su primer informe de gobierno le dedicó un subcapítulo para enumerar los supuestos logros alcanzados; entre otros, dice: “… en septiembre se firmó un convenio con la Universidad Tecnológica Cadereyta para la instalación de una cámara de alta definición que permita monitorear la generación de emisiones sostenibles por parte de Pemex”. Con este equipamiento se verificarán las emisiones contaminantes, pero como todas las mentiras salen a la luz, en muy poco tiempo se constató que estos supuestos logros sólo existían en la imaginación del que despacha en Palacio de Cantera.
La segunda etapa cambió de protagonista y utilizó otra mentira. La refinería al emitir una contaminación visible provocó conmoción en los nuevoleoneses, obligando al gobierno a emitir este comunicado: “… se observa una columna de humo que proviene de las instalaciones y que expulsa altas concentraciones de contaminantes de lo que en su mayoría debe de ser dióxido de azufre…”. ¡Qué incongruencia! Sí instaló cámaras fijas y móviles para determinar la calidad del aire ¿cómo pone en duda el contenido de las partículas? Peor todavía, pasando unos días del incidente, el secretario de Medio Ambiente expresó que era vapor de agua porque no tenía forma de verificar lo contrario. ¿Cómo? Entonces las cámaras de monitoreo no están cumpliendo su función o peor todavía ¡no existen!
Para simular que actuaría con mano dura el Ejecutivo estatal advirtió clausurar las instalaciones de Cadereyta esta acción se sustentaba en la Ley Ambiental. Aseveración totalmente falsa, porque la Ley General de Equilibrio Ecológico es muy clara al determinar que esta medida es facultad reservada únicamente a la Federación. Esto significa que en los próximos cuatro años la administración se la pasará innovando justificaciones para no hacer nada.
Hay que decirlo con toda claridad: el Ejecutivo estatal no está actuando con firmeza. En lugar de privilegiar la salud y el medio ambiente, evita tener fricciones con el gobierno federal sin importarle los daños que están causando las emisiones provenientes de la refinería. Todos los anuncios que emite son distractores para hacernos creer que se preocupa por la contaminación.
Un gobierno humanista hubiera convencido a los directivos de Pemex sobre las bondades económicas y sociales de reducir el impacto ambiental mejorando la sustentabilidad de sus procesos productivos, pero como este gobierno está bajo el signo del Instagram su único objetivo es dar anuncios espectaculares para entretener a su audiencia.
En conclusión, Nuevo León requiere de un gobierno que hable menos pero actúe más, cuidando lo único importante: la salud de la gente.