Opinión

Ídolos de ayer y hoy

Los fans enloquecidos por un artista no es algo de tiempos recientes; desde siglo atrás este fenómeno ya ha existido.

Todo indica que el regreso de Luis Miguel a los escenarios del mundo, pero específicamente a los mexicanos, desatará una locura que se notará en primer lugar al momento de querer comprar un boleto.

Los memes no se han hecho esperar y hay quien ya busca comprador para su riñón, para las joyas de la abuela o el chofer del microbús que de antemano se disculpa por no regresar bien la feria, pero ese “robo hormiga” es para juntar dinerito y adquirir su boleto.

Sin duda, las redes sociales han contribuido en gran medida para construir a los nuevos ídolos, pero también para traer al presente a los de hace unos años, a quienes conocimos por su música en la radio o por sus fotografías en las revistas (¿si se acuerdan de qué es una revista, verdad?).

Pero, los ídolos, o esos artistas muy populares que venden millones de discos, logran gran cantidad de reproducciones en streaming y llenan estadios con fanáticos deseosos de verlos en vivo, siempre han existido… Lo diferente es la forma en que se popularizaron y, a mi parecer, la vigencia que logran al pasar del tiempo.

Por ejemplo, la semana pasada la Orquesta Sinfónica “se soltó el pelo” e hizo un programa en donde mezcló música clásica con pop, así escuchamos obras de Johann Strauss, pero también de Camila Cabello y JLo.

El director decía que simplemente era juntar en un programa a diferentes ídolos de diferente época… Y pues sí, quiero imaginar que en los siglos pasados no había Luis Miguel o Bad Bunny, pero alguien debía ser la superestrella del momento.

La historia menciona que el primer rockstar que se conoció no fue Elvis Presley o los Beatles… Fue el compositor y pianista austrohúngaro Franz Liszt.

Se dice que la Lisztomanía es la predecesora de los movimientos que ahora consiguen bandas como BTS o cantantes como Harry Styles o Taylor Swift, quienes consiguen que miles o millones de personas demuestren una emoción desbordada (casi histéricas) por estar cerca de su artista aunque sea por unos minutos.

El compositor un día decidió que él mismo interpretaría sus obras, por lo que se le organizó una gira por toda Europa; cabe destacar que algunos pensaron que era presuntuoso por querer componer y tocar, pero lo hizo. Aquí hago un paréntesis para decir que seguramente lo decidió luego de verse en el espejo y darse cuenta que además de talentoso era guapo.

Entonces, Liszt diseñó sus presentaciones colocando el piano de perfil para que la gente pudiera verlo, además movía constantemente su cabeza para que sus rizos se balancearan y las gotas de sudor provocadas por el ímpetu que ponía al tocar, salpicaran a lo asistentes… Básicamente el término “recital” lo inventó él (aunque ahora se guarda más la compostura).

Y qué logró: Gritos, desmayos, miles de fans, mujeres enloquecidas con su presencia. Lo dicho un rockstar de su época. 


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