Opinión

Jesús ha resucitado

Jesús ha resucitado

Ante todo, Jesús resucitado, como objeto de fe, ante la evidencia del sepulcro vacío: “vio y creyó” nos dice el evangelio. Jesús resucitado, es objeto de proclamación y de testimonio ante el pueblo: “A Él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día” nos dicen en los Hechos de los Apóstoles. Jesús resucitado, objeto de transformación, levadura nueva y ácimos de sinceridad y de verdad: “Sean masa nueva, como panes pascuales que son, pues Jesús, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado”, nos invita San Pablo a considerar.

1. Jesús resucitado, objeto de fe. El sepulcro, aunque esté vacío, no demuestra que Jesús ha resucitado. María Magdalena fue al sepulcro y llegó a la siguiente conclusión: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro entró en el sepulcro y comprobó que “las vendas de lino, y el paño que habían colocado sobre su cabeza estaban allí”. Ni María ni Pedro creyeron, al ver el sepulcro vacío, que Jesús había resucitado. Sólo Juan, “vio y creyó”, porque el sepulcro vacío le llevó a entender la Escritura, según la cual Jesús tenía que resucitar de entre los muertos. Juan constató en el estado del sepulcro vacío que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana.

El conocimiento que, hasta entonces, Juan tenía de la Escritura era racional, por eso afectaba solamente sus ideas; ahora, al entrar en el sepulcro vacío, ver las vendas y el sudario, el conocimiento de la Escritura se convierte en experiencial y vital. Jesús resucitado no se le ha aparecido, pero ya lo ha “visto”, porque la Palabra de Dios es verdadera; las apariciones de Jesús a los discípulos no harán, sino confirmar la fe en la resurrección.

2. Jesús resucitado, objeto de proclamación.

Cuando el hombre vive una experiencia profunda, no la puede callar, por más que sea consciente de que sus palabras no lograrán nunca expresar la intensidad, viveza y plenitud de la experiencia. La experiencia de Jesús resucitado fue tan marcada en el alma de los apóstoles y discípulos, que necesariamente tenían que hablar de ella, a quienes no la habían tenido. No sólo hablar de ella, sino también testimoniarla, es decir, proclamar su verdad, incluso, llegado el caso, con el sufrimiento y con la vida.

Callar esa experiencia, hubiese sido una muestra de egoísmo imperdonable. Por eso, los cristianos, durante los primeros años, y como primer anuncio, eran monotemáticos. Lo único que decían era que “Jesús fue asesinado, pero que Dios lo resucitó de entre los muertos”. Todo lo demás gira en torno a este gran mensaje. No proclaman ideas, por muy bellas que puedan ser, sino acontecimientos vividos en primera persona.

Esta experiencia de Jesús resucitado no fue pasajera, sino que llegó a incorporarse, por así decir, a su misma existencia en este mundo, y por este motivo, nunca cesaron de proclamar con sus labios y con su vida la resurrección de Jesús.

3. Jesús resucitado, objeto de transformación. Hay una relación estrechísima entre resurrección de Jesús y transformación del hombre. Jesús, hombre perfecto, es el primero transformado al ser resucitado por Dios, llegando a ser un hombre totalmente penetrado por el Espíritu.

San Pablo nos habla de la transformación ética, que comporta la experiencia de Jesús resucitado, una transformación que toca las raíces mismas del hombre: la sinceridad y la verdad. A su vez, el hombre transformado por Jesús resucitado, es capaz de transformar a otros, como la levadura es capaz de hacer fermentar toda la masa.

Esta transformación ética y misionera se fundamenta en la transformación interior, operada por el Espíritu de Jesús, que hace de todo el que ha experimentado a Jesús resucitado un hombre enteramente espiritual, impregnado del Espíritu. 

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano


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