La crisis migratoria y el humanismo estilo T4
La crisis migratoria y el humanismo estilo T4
El diálogo siguiente tuvo lugar el jueves pasado, durante el oficio religioso tempranero de Palacio Nacional. Los protagonistas fueron, de un lado, la reportera Diana Benítez, del diario El Financiero y, del otro, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El cuestionamiento formulado por la periodista estaba orientado a conocer las previsiones del gobierno mexicano ante el “caos” anticipado por la Casa Blanca debido a la entrada en vigor de las nuevas reglas de inmigración en los Estados Unidos.
—¿Qué va a hacer México de este lado? ¿Qué fue lo que acordó con el presidente Biden? —inquirió la reportera.
—Pues ayudar en todo, cooperar con el gobierno de Estados Unidos para que no haya caos, y mucho menos violencia en la frontera. Estamos nosotros ayudando en el sureste para que se proteja a migrantes —respondió el mandatario, para añadir enseguida—: Hemos estado recibiendo información que hay muchos polleros, más que de costumbre, muchos traficantes de personas que están ofreciendo llevar por $8000, $10,000 dólares, a migrantes a la frontera, hablando que a partir de hoy ya pueden entrar libremente, y es una mentira, es una manipulación”.
Continuando con la presidencial explicación, el titular del Ejecutivo agregó: “… estamos informando que no se deben de correr los riesgos que implica atravesar nuestro país. Sobre todo riesgos por el transporte, que se hace de manera muy riesgosa, inhumana. En una caja de un tráiler van 400, 500 migrantes, sin aire, sin oxígeno y con choferes improvisados, irresponsables. Muchos accidentes donde pierden la vida migrantes; además de secuestros de migrantes por parte de bandas de delincuentes, como lo que sucede lamentablemente en San Luis Potosí, en la zona de Matehuala”.
En cualquier país civilizado del mundo las frases anteriores merecerían el reproche y la condena unánimes ante la infinita incompetencia exhibida por el gobierno –y, sobre todo, por quien lo encabeza– para atender un problema tan complejo y grave como la migración masiva provocada por la pobreza y la falta de oportunidades.
No deberíamos acostumbrarnos nunca a escuchar sandeces como las arriba transcritas, ni a tolerar el cinismo con el cual López Obrador planta ante la situación y “explica” su pretendido sentido humanitario en el tratamiento del fenómeno de la migración proveniente de Centro, Sudamérica y otras partes del mundo.
¿Cómo está eso de “hemos estado recibiendo información que hay muchos polleros, más que de costumbre, muchos traficantes de personas”?
Si la autoridad –cuyo principal compromiso es cumplir y hacer cumplir la ley– está “recibiendo información” sobre la realización de actividades delincuenciales, ¡pues combátalas! ¡Arreste a los perpetradores! ¡Impóngales el imperio de la ley!
¿Cómo está eso de “estamos informando que no se deben de correr los riesgos que implica atravesar nuestro país”?
El cinismo es inaudito: se le está diciendo a los migrantes, de forma textual, “nuestro país no es seguro y el gobierno, encabezado por mí, no es capaz de garantizar su seguridad. Corren el riesgo de ser extorsionados, secuestrados, asaltados, sometidos a tratos crueles inhumanos y degradantes, e incluso de morir a manos de los muchos delincuentes a quienes no sé, no puedo y no quiero combatir o, al menos, contener. ¡A’i ustedes saben!”.
¡Y no tiene empacho en afirmarlo con todas sus letras!
Pero eso sí: para no dejar lugar a dudas de la bondad a partir de la cual toma decisiones, nuestro rey Julien del Manglar apuntaló su argumento afirmando: “estamos ayudando. Allá en la frontera hay participación de servidores públicos, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, están atendiendo permanentemente”.
¡Vaya “ayuda”! ¿Quién podría quejarse de la forma en la cual la transformación de cuarta se planta frente a la inminente crisis migratoria provocada, en gran medida, por la estupidez, la incapacidad y la incompetencia de la administración López Obrador?
Si no fuera trágico, sería cómico.
@sibaja3