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Opinión

Imágenes para el Adviento

Espiritualidad

El Adviento nunca debe confundirse con la Cuaresma. La Cuaresma es un tiempo de penitencia. Su color es el morado y su símbolo, la ceniza. A diferencia de la Cuaresma, el Adviento no se trata de ayuno ni penitencia; se trata de espera. El Adviento es un tiempo para conectarse con el anhelo, con el deseo, con lo que significa esperar. Su color es el carmesí, el color del deseo.

Con esto en mente, aquí hay algunas imágenes para el Adviento.

  • ¡Cada lágrima acerca al Mesías! Este es un axioma extraído de la literatura apocalíptica judía, que destaca que el Mesías solo puede nacer en nuestras vidas cuando hemos creado el espacio adecuado para recibirlo. Y ese espacio se crea a través del anhelo, de la espera, del dolor, de las lágrimas, al permitir que la frustración y la tensión expandan nuestros corazones y nuestra visión lo suficiente como para que el Mesías pueda venir, no como un superhombre, héroe de una película de Hollywood, sino como un Niño Jesús indefenso que manifiesta lo que realmente es el amor en su forma de vivir, sufrir, morir y perdonar.
  • Para que algo sea sublime, primero debe haber sublimación. La palabra sublime tiene sus raíces en la palabra sublimación. Para que algo sea sublime, primero debe haber tensión, y cuanto mayor sea la tensión, más sublime será si se lleva a su fin y no se resuelve prematuramente. La gestación no puede apresurarse; la sanación requiere su tiempo adecuado; la consumación del alma se basa en una espera previa; e incluso el vino requiere tiempo suficiente para madurar.

  • En nuestro anhelo y soledad, ¡intuimos el Reino de Dios! Todos conocemos la máxima de San Agustín: “Tú nos creaste para Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti”. ¿Qué podemos hacer cuando nos sentimos solos, como unanimidad menos uno, cuando el dolor de nuestra soledad es más agudo? Podemos aprovechar ese momento, esa dolorosa sensación de distanciamiento de la intimidad, para intuir el Reino de Dios; es decir, para dejar que ese dolor abrase nuestro corazón lo suficiente como para darnos una comprensión más auténtica de lo que realmente constituye el Reino de Dios.
  • ¡Nuestro anhelo y nuestro dolor pueden ayudarnos a elevar nuestra temperatura psíquica! Esta imagen es de Pierre Teilhard de Chardin. Teilhard, científico y místico, extrae una lección espiritual del laboratorio de química. A veces, un científico junta dos sustancias químicas en un tubo de ensayo, pero no se unen: simplemente permanecen una junto a la otra, incapaces de fusionarse. Ahora bien, si el científico aplica calor al tubo de ensayo, a menudo, a mayor temperatura, se fusionan y se convierten en una sola. Teilhard aplica esto a las relaciones humanas. A veces, por diversas razones, rechazamos relaciones significativas y, como dos sustancias químicas en un tubo de ensayo, permanecemos separados, demasiado fríos para unirse. Sin embargo, el anhelo profundo, el dolor, el sufrimiento, la pérdida y la amarga espera pueden, en palabras de Teilhard, elevar nuestra "temperatura psíquica" hasta el punto de derretir nuestra frialdad y abrirnos a la unión. El Adviento es un tiempo para elevar nuestra temperatura psíquica, permitiendo que el anhelo, la soledad y las frustraciones nos hagan menos fríos, críticos y egoístas.
  • ¡Un leño húmedo debe primero chisporrotear en el fuego antes de que pueda arder! Esta es una imagen de San Juan de la Cruz. Cuando se arroja un leño húmedo al fuego, no se enciende inmediatamente: primero debe reposar en el fuego y chisporrotear hasta que el calor lo seque lo suficiente. Solo entonces arderá. San Juan sugiere que, en nuestro anhelo y nuestros deseos frustrados, metafóricamente, "chisporroteamos" dentro del fuego del amor (humano y divino). En cierto modo, el dolor nos está "secando", para que en algún momento también podamos arder en el amor. El Adviento es un tiempo para dejar que nuestros anhelos insatisfechos y nuestras amargas frustraciones "chisporroteen" en nuestro interior, para que la llama del amor finalmente se encienda en nosotros.

En definitiva, estas imágenes dicen lo mismo. El Adviento se trata de esperar como es debido, de no resolver la tensión prematuramente, de soportarla con paciencia para que la divinidad, la intimidad, el Mesías y lo sublime nazcan más profundamente en nuestras vidas. Quizás la palabra que resume todo esto sea paciencia. El Adviento es la época para practicar la paciencia.

Carlo Carretto fue un monje que vivió durante gran parte de su vida en el desierto del Sahara como ermitaño, donde escribió una serie de libros profundamente desafiantes. Tras varios años en el desierto, un periodista lo entrevistó y le hizo esta pregunta: Después de todos estos años de silencio y oración, si tuvieras que enviar un mensaje al mundo, ¿cuál sería? ¿Qué le oyes a Dios decirle al mundo?

La respuesta de Carretto: ¡Dios nos dice que aprendamos a esperar! ¡A esperar muchas cosas!
¡A esperar a Dios!

Ese es el desafío del Adviento.

Ron Rolheiser. OMI
www.ronrolheiser.com

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