Las 'decepciones' del arte
Las 'decepciones' del arte
Tener altas expectativas o idealizar obras puede ocasionar que nos llevemos tristes sorpresas cuando las vemos en vivo.
La semana pasada concluyó la exposición Van Gogh: The Immersive Experience, y contra todo pronóstico, sí fui, ese último día y casi casi al cierre. Cualquiera pensaría que siendo la fan de Vincent que soy, seguramente yo habría sido uno de los primeros visitantes, pero definitivamente no.
Nunca se me antojó ir, nunca llamó mi atención. Debo decir que cuando empezó la publicidad sí tuve curiosidad, pero claramente lo ‘immersive’ no es para mí.
Ahora, pues ya estaba yo adentro caminando entre la gente (poca, la verdad, para ser el último día) y lo primero que te recibía era una reproducción del autorretrato de Vincent con sombrero de paja, ese famosísimo cuyo original está en el Met de Nueva York; poquito más adelante estaban todos sus girasoles y La Noche Estrellada.
El común denominador era que algunas reproducciones (sin contar la parte immersive) no eran 1:1, sino ampliaciones, así que si un día ven los originales no se vayan a decepcionar porque son bastante más pequeños.
Yo misma he sido víctima de esas ‘decepciones artísticas’, en más ocasiones de las que me gustaría admitir, a veces porque mi expectativa era muy alta y otras porque no investigué bien antes de llegar al museo. Les cuento algunas:
La Fuente de Trevi. Imagínenme hace casi 10 años en mi primer viaje al otro lado del charco, en Roma, con la boca abierta por todo lo que estaba viendo. La guía que nos llevaba hablaba y hablaba mientras caminábamos por las callecitas romanas rumbo a la Fuente.
De repente se empezó a escuchar el agua y luego, ¡pum!, llegamos y ahí estaba la fuente, pequeña en comparación a la que yo había construido en mi mente. Es bellísima, pero vean bien sus medidas para que no les pase como a mi.
Otra sorpresa me la dio La Persistencia de la Memoria de Dalí, cuadro que forma parte de la colección permanente del MoMA, en Nueva York. Esta ‘decepción’ fue mi culpa porque aunque el cuadro lo habíamos analizado en clase, nunca puse atención a su tamaño. Simplemente imaginaba que los relojes derretidos eran gigantes… y no, el cuadro mide 24 por 33 centímetros, ¡es minúsculo!
Y algo similar fue La Noche Estrellada. Aunque esta obra no es tan pequeña (mide 74 por 92 centímetros), siento que la idealizamos tanto que pensamos que es un gran formato como las piezas de Jackson Pollock.
Las sorpresas también las he tenido a la inversa, cuando un cuadro impactante resulta serlo todavía más al estar frente a él, y esto me ha pasado dos veces: La primera con Autumn Rhythm (Number 30), de Pollock (hasta lloré de la emoción), y la segunda con La balsa de la Medusa de Géricault en el Louvre.
Este cuadro es una inmensidad de casi 5 por 7 metros. Recuerdo cuando mi maestra de arte dijo: “Lo van a ver y van a sentir que pueden subirse a la balsa”… y así fue.