Opinión

Mauricio, ¡pasa a la catafixia!

Mauricio, ¡pasa a la catafixia!

Fuerte golpe al corazón recibimos el pasado sábado todos aquellos que en cualquier época de nuestra infancia crecimos en compañía del pequeño gigante de la televisión, Javier López “Chabelo”, quien con sus domingos “en familia” marcó la vida de chicos y grandes precisamente por eso, por formar parte importante de la familia de todos nosotros con su sano entretenimiento dominical.

Chabelo, quien a pesar de haber dejado la televisión después de 48 años “en familia”, siempre se mantuvo vigente en la mente y el corazón de todos a partir de las redes sociales que siempre lo ubicaban en el primer lugar por “aguantar” con vida, en la lista de los decesos de las figuras públicas y famosas en el mundo. Fue un ícono de la televisión, actor, comediante, presentador y aficionado taurino, pero como amigo de todos los niños nos deja una huella imborrable de las épocas más nobles y limpias en la existencia de muchos de nosotros.

Y aunque el hombre detrás del personaje descansará en paz como decimos en el mundo del toro, “como mandan los cánones”, cierto es que muchas de sus frases, palabras y modismos que nos dejó para la posteridad, no descansarán y seguirán acompañándonos en nuestro andar por la vida.

Una de ellas, quizás la más emocionante por el riesgo que implicaba ejecutarla, sin duda alguna nos dejará marcados de por vida: “la catafixia”, término que todos entendemos su significado y los riesgos que ofrecían las tres opciones para pasar a ella: quedarse con el premio obtenido, incrementarlo o perder todo lo que se había ganado.

Así pues, en el año 2021, la RAE explicó a un usuario en Twitter que la palabra “catafixia” se utilizaba “con el sentido de ‘intercambio de un objeto por otro, sin que necesariamente importe el valor de ambos” y bajo esta premisa y sin ser ni sentirme “Chabelo”, con mucho respeto a través de esta columna quiero invitar a pasar a la catafixia a un notable sanpetrino, Mauricio Fernández Garza, para que “catafixie” su decisión de contender por cuarta ocasión a la alcaldía de San Pedro.

Y es que, estimado lector, tras enfrentar y vencer de forma estoica al temible cáncer, Mauricio reaparece en el escenario político con nuevos bríos al anunciar su intención de volver a contender y la cascada de comentarios positivos, y otros no tanto, se vinieron como “avalancha”, de esas que regalaba Chabelo para dibujar en algunos, como por arte de magia del Mago Frank y su conejo Blas, el rostro de los juguetes “mi alegría”.

A Mauricio le conozco poco pero desde hace mucho, cuando él, el que esto escribe y quien fuera mi patrón y al que hoy le guardo un especial aprecio por todas sus enseñanzas profesionales que me transmitió, Jesús Castillo Caballero, nos reunimos por allá del año 89, yo como asistente de mi patrón y hoy amigo, para atender al impetuoso e indomable Mauricio que irrumpió como toro de lidia en el redondel, a la oficina de Mercadotecnia Visual para apoyarlo en el diseño de su estrategia de campaña con aquellas vistosas calcas amarillas chillantes con azul que meses después inundaron todo San Pedro durante su primer campaña política.

A la distancia, le he observado a lo largo del tiempo y sus administraciones donde me ha dejado claro varias cosas que en estos momentos tan aciagos de la política, me hacen pensar en pedirle que pase a la “catafixia” de sus intenciones, que ahora le explico.

Mauricio me queda claro, no es político de 100% y a pesar de ello (o por fortuna puesto que no vive de esto) ha sabido desenvolverse en esas pantanosas y traicioneras aguas. Además es culto, inteligente, visionario, honrado, honesto y franco y quizás esta última cualidad, es lo que más dolores de cabeza le ha causado, sin embargo, el conjunto de todos estos atributos que ha puesto a disposición del servicio público, dejan ver su compromiso, convicción y gran amor por buscar la prosperidad de sus conciudadanos.

Sin duda, su reciente intención cimbró las simientes en las estructuras políticas de la “joya de la corona” y aunque los preaspirantes a conquistarla como el actual alcalde, Miguel Treviño, Luis Susarrey, Marcial Herrera, Lorenia Canavati, Homero Niño de Rivera y algunos otros destacados políticos más, ya le dan la bienvenida a la contienda; en el fondo, por obvias razones, no la desean.

Y aunque ha sido el blanco preferido de los políticos que sí viven o quieren vivir de esto y que algunos están disfrazados de “nuevas generaciones políticas”, es innegable reconocer que Mauricio ha sido el artífice de lo que hoy es San Pedro como municipio modelo al darle, sin pelos en la lengua, con determinación y sentido común, orden y seguridad que no sólo requiere el municipio en cuestión, sino todo el país por entero.

En estas épocas de “sueños” caprichosos como el “trenecito”, el aeropuerto en medio de la nada, o el “monstruo de Dos Bocas” que han destruido presupuestos e instituciones, además de la creciente inseguridad imperante en todo el país, sería muy bueno que Mauricio “catafixie” su intención, reconsidere y analice su estatura, el poder y la calidad moral que le otorgan todo lo que hasta ahora ha realizado por el bien de la comunidad, para unificar a la fragmentada oposición y enfrentar por sí mismo, a otro monstruo, el de Macuspana, en la que quizás sea la última y complicadísima oportunidad de mantener con vida a la democracia que tanto nos ha costado a los mexicanos.

Así que, Mauricio, sé valiente como lo haz sido y por favor, en honor a México… ¡Pasa a la catafixia!

Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un hermoso inicio de semana, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco con sus palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.


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