Opinión

Mitos del pleno empleo

Mitos del pleno empleo

La afamada revista Forbes publicó en febrero que, al cierre de 2022, el país tuvo una tasa de desempleo de 3 por ciento, mientras cerraba el año con un crecimiento de 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Grandes noticias para un país cuyo Gobierno ha sido cuestionado por su política económica.

Justo al cierre del primer trimestre de 2023, los datos del empleo creado rondaron los 423 mil en todo México, generando un entorno optimista y lleno de esperanzas de crecimiento de la economía social.

El pleno empleo está en México, es decir, contamos con una situación en donde todos los individuos de un país, que están en condiciones de trabajar y que quieren hacerlo, se encuentran trabajando, ya sea como empleados de una empresa u organización o creando su propia plaza laboral.

Según la definición del economista John Maynard Keynes (1883- 1946), considerado el más influyente teórico económico del siglo XX, el pleno empleo es la condición necesaria para lograr un verdadero equilibrio económico en una sociedad.

Puras buenas noticias, ¿No? Pues no.

Considerando que, de los empleos generados en México, casi 30 por ciento de ellos se concentran en Nuevo León, Jalisco y Baja California, se destaca la desigualdad de oportunidades para las distintas regiones del país y la lejana posibilidad de ocupar un empleo bien remunerado se esfuma cuando eres habitante del Sur del territorio nacional.

Y si agregamos a Guanajuato y a Sonora, tenemos que en sólo cinco entidades, de las 32 de la República, se crearon 40 por ciento del total de empleos, o sea que se acentuó la desigualdad económica de unos respecto a los otros. ¿Equilibrio económico?

La gran fiesta que algunos gobernadores arman para celebrar que tenemos inversión nacional y extranjera, y que la tendencia al ascenso económico es sostenida, se caen cuando las tragedias entre los migrantes aparecen, porque buscan una oportunidad que no llega a su entorno social.

Las necesidades empresariales, por su parte, han enfrentado otras dificultades, como la escasez de recursos humanos capacitados en el lugar donde se establecen sus empresas y una descoordinación entre estas y las escuelas formadoras de profesionistas y técnicos.

Tan sólo en Nuevo León, la disputa por los empleados capacitados genera alta rotación y piratería de unas empresas a otras. Ahora, la batalla ha provocado que cada empresa haga su propia labor de capacitación y prepare a los aspirantes a emplearse, con sus propios recursos materiales, a efecto de no quedarse sin operarios y técnicos. Más costos para ellas y menos carga para el Gobierno.

La teoría económica como nos la enseñaron en la escuela parece no encontrar exactitud en los diagnósticos de la situación económica y social. Más bien debemos de tomar en cuenta los factores cambiantes de nuestra muy dinámica sociedad y la forma en que ignoramos cada elemento al juzgar el entorno.

No tengo duda de que las grandes teorías económicas del siglo pasado subestimaron el rol del sistema financiero internacional, que desmorona a sectores completos de la economía por la especulación, con consecuencias duraderas en ciclos que no se previeron por los teóricos.

Si a lo anteriormente expuesto, le sumamos el rol de la inteligencia artificial (IA), que desplaza a los brazos de operarios y los cerebros de los intelectuales, tenemos como resultado un cóctel de desestabilización que “nos saca de onda” cuando intentamos analizarle desde el punto de vista teórico.

Lo que aprendimos en nuestra niñez en la escuela y en nuestra juventud en la Universidad, ya no tiene la misma vigencia y nos empuja hacia el cuestionamiento personal y social.

¿A donde vamos a parar? La misma pregunta del Buki sigue vigente como cuando escribió su canción.

Llegó el tiempo en el que debemos aprender a desaprender y el tiempo de discriminar entre la información que es útil y la que no. La que es verdadera, respecto a la que no lo es. Si no aplicamos nuestros filtros y no desarrollamos nuestra intuición, nos vamos acomodando en las tendencias de las redes sociales que desaparecen al día siguiente y, con ellas, nuestra inteligencia real se desperdicia, al tiempo que se va por el resumidero.


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