No te quedes detrás del miedo
¿Tu inacción en realidad es protegerte de tu miedo?
El miedo es una emoción poderosa. Puede ser una gran herramienta si te sientas con ella, la cuestionas y dejas de intentar evitarla. Descubrir lo que hay detrás del miedo puede ser revelador. Tiene la habilidad de mantenernos seguros, pero para muchos, les paraliza y los aleja de vivir la vida al máximo.
Puede ser una emoción incómoda y desagradable, pero eliminarla es lo mismo a desactivar la alarma de tu casa sólo porque a veces es ruidosa. El miedo es saludable, está naturalmente cableado en nuestro cerebro y por una buena razón: Nos mantiene a salvo.
La neurociencia nos ha permitido entender que existen distintas vías neuronales que van desde lo profundo del sistema límbico (el área más primitiva del cerebro, en parte encargada de regular las emociones) hasta el cortex prefrontal y de vuelta.
Sentir miedo no es ni anormal, ni es una señal de miedo: Todos lo sentimos en cualquier momento de vida, no es exclusivo de la infancia. La capacidad de sentir miedo es parte del funcionamiento normal de un cerebro, de hecho la ausencia de miedo puede ser una señal incluso de daño cerebral.
El reto no es no sentir miedo, es aprovechar ese miedo para darle frente. Existen tres vías por las cuales sentimos miedo: Lo innato, lo aprendido o como emoción defensiva.
Existen miedos innatos e irracionales hacia las alturas, a las víboras, cucarachos, etc; donde existe la teoría de que tenemos cierta disposición genética al miedo de nuestros antepasados.
Sobre el miedo aprendido, se refiere a que los niños muestran miedo a partir de los 8 a 12 meses en adelante. Quizá la manera más común de aprenderlo es al ver la reacción miedosa del padre a una situación o ante un animal, o por frecuentemente estar advirtiendo o amenazando al niño acerca de los riesgos.
Por eso es importante, que para modelar el comportamiento y actitud de un niño, sea el padre quien primero sepa manejar sus emociones.
Por último, el miedo defensa es una manera en la que nos protegemos de situaciones internas que nos puedan llegar a causar dolor o daño psíquico. Entre ellos, el miedo al abandono, el miedo al compromiso o el miedo a fracasar.
Por eso te dejo tres preguntas que te permitan pensar más racionalmente tus miedos:
1- ¿Por qué es importante afrontar este miedo? Toma en cuenta perspectiva y tus capacidades para darle un sentido a ese miedo.
2- ¿Qué voy a ganar al seguir adelante? Imagina los efectos a corto y largo plazo de expandir tu zona de confort.
3- ¿Cuáles son mis recursos, valores y habilidades que me ayudarán a darle frente?
Por eso recuerda que #NoEsDeLocos sentir miedo, no importa la edad que tengas, #NoEsDeLocos darle un sentido más profundo de lo que hay debajo de esa emoción y #NoEsDeLocos buscar las fuerzas dentro de ti para no quedarte detrás del miedo.