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Opinión

La nueva realidad del autismo... y la discriminación

Luz sobre luz

Con alrededor de 100,000 casos de menores con neurodivergencias en Nuevo León, según cifras de organismos especializados, combatir la discriminación en el acceso a los colegios por parte de los niños con autismo es algo que ya no puede postergarse.

No es fácil: los directivos señalan que los planteles no están preparados y los maestros se quejan de que la calidad de la educación de los demás alumnos se complica conforme se incrementa la presencia de compañeros que padecen trastorno del espectro autista.

Y, claro, se trata de un círculo “vicioso”: los educadores carecen de herramientas para saber tratar las neurodivergencias, no hay suficientes maestros especializados, no hay capacitación para los mismos y, entonces, las escuelas rechazan a los menores con esta condición, creando un entorno de pesadilla para las familias, pues no encuentran lugar en los colegios, a los cuales tachan de prácticas discriminatorias.

Hizo mucho ruido el caso que expuso la madre de familia Nancy Villarreal, regiomontana, quien, a través de un video, manifestó con mucho sentimiento que había sufrido rechazos de colegios durante años, buscando desesperadamente un lugar para su hija; incluso relató que hubo una escuela donde la respuesta fue: “Es que aquí somos ‘conservadores’... y no podemos aceptar a tu hija”.

A lo que ella contestó: “¿De qué me hablas?... ¡Ni que mi hija fuera de una especie diferente!”. Pero, al final, como en casi todos lados, le dijeron que “ya no había lugar”.

El caso amerita la inmediata atención de la Secretaría de Educación Pública en Nuevo León —y seguramente a nivel nacional—, porque se necesitan diseñar políticas y programas tanto para capacitar a escuelas y maestros como para definir las reglas del juego y erradicar la potencial discriminación.

A la par, ya se está avanzando en el Congreso de Nuevo León con adiciones a la Ley de Educación, cuyas reformas están por presentarse y aprobarse.

La propuesta de algunos grupos es contar con más psicólogos en los planteles o, alternativamente, con los llamados “maestros sombra”, capacitados para apoyar a los docentes en las aulas donde haya más menores con neurodivergencias.

Lo importante es ya visibilizar el asunto, ponerle foco y buscar soluciones.

Es impresionante cómo ha crecido esta condición en México y el mundo (ya en otro artículo hablaremos de sus posibles causas y la polémica que rodea esas teorías, con la intención de encontrar el origen y buscar medidas preventivas); por lo pronto, hay que atender el tema y ayudarnos, como sociedad, a crear un entorno incluyente, compasivo, humanista y cálido para TODOS los niños.

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