Ron DeSantis: el racismo es pésimo negocio
Ron DeSantis: el racismo es pésimo negocio
Desde hoy te hago una apuesta: Ron DeSantis será el próximo presidente de EUA. Hoy, el gobernador de Florida anunciará su intención de contender por el Partido Republicano.
Lo hará acompañado por Elon Musk en Twitter Spaces. ¿Y Donald Trump? Quedará enmarañado en sus propias contradicciones éticas y legales. Ya lo verás.
DeSantis me parece un buen candidato conservador. Sus posiciones sobre los migrantes no suenan descabelladas: pedir orden a la hora de dejar entrar oleadas de migrantes no es una demanda fuera de lugar. Es lo justo. Yo haría lo mismo en su lugar.
Sin embargo, DeSantis ha delatado ciertos rasgos de racismo en sus discursos. Ese gesto sí es deplorable; lo es desde el plano moral y también desde la perspectiva de negocios. Dame unos minutos de lectura para explicártelo.
Gary Becker fue uno de los economistas más admirables del mundo. Los motivos de su genialidad son múltiples pero el principal es que fue el menos economista de los genios de su profesión. Él se consideraba más bien sociólogo.
Este norteamericano longevo (vivió más de 80 años en pleno uso de sus facultades mentales) demostró que la discriminación no sólo perjudica al discriminado, sino principalmente al discriminador. ¿Por qué?
Simple: el gusto de algunos por “despreciar al otro”, porque no les agrada su raza, religión o tendencia sexual, pasa incluso por renunciar a los benéficos económicos (en forma de sueldos o renta) por tal de mantener sus prejuicios.
En efecto, defender un prejuicio, como el racismo o la homofobia, le resulta muy caro al racista. Pero no le importa. Aunque pierda dinero, el incentivo de su racismo supera al incentivo económico.
Por ejemplo, un trabajador que cree en la supremacía blanca, preferirá laborar en una fábrica con compañeros blancos, ganando $8 dólares la hora, en vez de buscar ser contratado en otra fábrica donde acepten empleados de otra raza, aunque ahí le paguen $10 dólares la hora.
Esto lo estudio Becker en un libro que pronto se volvió clásico: La economía de la discriminación (1955).
Tanto Ron DeSantis como Donald Trump han puesto en el candelero el racismo disfrazado de discriminación y lideran a esa población blanca que detesta al inmigrante mexicano no porque le quite su trabajo, sino porque recibe más incentivos personales agraviando a su víctima foránea que percibiendo más ingreso.
Lo mismo pasa con un empresario que prefiere contratar a empleados blancos en vez de empleados capaces. Paga el llamado “coeficiente de la discriminación”: su nómina se vuelve más cara y menos productiva. Así de irónico y así de peligroso.
Gary Becker ganó el Premio Nobel de Economía en 1992, varias décadas más tarde de publicado su trabajo sobre la discriminación. Para entonces, se creía que la tesis de Becker seguía básicamente vigente, pero estaba pasada de moda. Trump volvió a ponerla en boga durante su gestión presidencial, para desgracia de la productividad de su país.
En el fondo, las políticas racistas de Trump, en las que no debe caer DeSantis que es más joven (44 años) y en teoría menos prejuicioso, no consisten en mejorar la economía de EUA sino en humillar y destruir a sus víctimas. En el pecado llevarán la penitencia.
Ron DeSantis: vas a ganar la Casa Blanca, pero quítate tus tendencias racistas; incluso son mal negocio.
Y ahora el turno es tuyo: ¿estás de acuerdo con el punto de vista sobre el racismo como mal negocio del premio nobel Gary Becker?
Y te formulo además otra pregunta: ¿cuál aspirante a la Casa Blanca te simpatiza más?
Déjame tu respuesta en eloygarza1969@gmail.com o en mi WhatsApp: 81 31 28 43 81.
¡Hasta la vista!