Opinión

Sazón de mamá

Los mejores recuerdos son de su cocina.

En otras ocasiones ya les he contado de cómo en casa de ustedes, cuando crecí, no puedo decir que había tantas recetas tradicionales de la familia. Mi papá, por un lado, era muy afecto a leer recetarios, probar con las recetas que se encontraba, o de plano improvisar.

Supongo que algo de eso también pude tener que ver con el hecho de que una vez casados, decidieron mudarse a un lugar que estaba al menos a varias horas de su ciudad natal. En una región que para ambos era nueva, con costumbres diferentes.

Mi mamá, por su lado, siempre se ha descrito como alguien que tenía muy poco interés por la comida casi hasta que se casó, incluso dice que aprendió mucho de cocina de su suegra. Así que pocas recetas de su infancia, estuvieron presentes en la mía.

En este revoltijo de tradiciones, innovaciones e improvisaciones, me he puesto a pensar en los sabores que a mí me dejan como a Anton Ego, el crítico de la famosa Ratatouille. La verdad es que entre más le pienso, de más cosas me acuerdo.

Uno de los primeros platillos que se me viene a la memoria, es el puerco en salsa verde, aunque quizás este sea un sabor más tardío. Luego recordé la sopa de chayotes con jamón que se convirtió en mi sustento cuando estuve muy enfermo.

Otros recuerdos vienen del caldo de queso o los frijoles maneados, que esos sí, son platillos de Sonora. Paréntesis, los frijoles maneados de Sonora los deben probar TODOS.

Salpicón de res, caldillo de carne seca y cómo olvidar los pasteles que hacía para bodas, rellenos de cajeta y decorados con merengue, de los cuales nosotros devorábamos los recortes.

Tengo que agregar los tamales de elote, que nos ocupaban a todos para elaborarlos. El platillo quizás más simple, y no por eso menos bueno, las tortillas recién hechas untadas con un poco de mantequilla, enrolladas y apachurradas para hacerles cabeza de animalitos. Muchos más se me deben estar escapando.

Estoy seguro que muchos podemos hacer este mismo ejercicio y llenarnos la cabeza de recuerdos, la boca de sabores y el corazón de emoción. No se trata de tener una profesional de la cocina en casa, pero algo tiene el sazón de mamá, que siempre nos satisface como ningún otro.

La próxima semana celebraremos su fiesta y de ahí fue que me salió esta idea. Mi mamá siempre dice que no se trata de que le demos regalos, sino tiempo, y pensé pues que podría hacerle comida.

No, no quiero ponerme a hacerle los platillos de la nostalgia, todos sabemos que les salen mejor a nuestras mamás. Pero sí de buscar cocinarle esos platillos que le gusta que le haga.

¿Cómo ven estimados lectores? ¿A poco no sería un detallazo? Yo ya estoy pensando en el menú que le voy a preparar. ¿Se animan ustedes a cocinarle?


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