¡Sé feliz!
¡Sé feliz!
El pasado 20 de Marzo se conmemoró el Día Internacional de la Felicidad, el cual fue instituido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el no tan lejano 2012.
Un caso curioso en la vida que, al igual que el día de la madre, del padre, de la mujer o del medio ambiente, provoca acciones específicas exactamente ese día y olvidos frecuentes el resto del año.
¿Porqué habría de tenerse un día especial para recordar a la felicidad? Pues la historia tiene algo que ver con una religión y su antagonismo con la medición tradicional de la economía.
Resulta que uno de los países más pobres del mundo, el Reino de Bután, mostró su inconformidad a través de su Rey, por ser considerados pobres bajo la medición del Producto Interno Bruto (PIB), mismo que dejaba muy mal parado al Rey como Jefe de Estado. La defensa del Rey está basada en el Budismo predominante en su país y en el objetivos de ser felices a que tienen derecho los seres humanos.
Dijo el Rey que hay que ver la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno. Una fórmula más holística de ver el mundo desde el ángulo social y conmovedora desde el ángulo personal. Desde los años 70 en Bután se mide la Felicidad Nacional Bruta, por encima del PIB.
Tales fueron sus argumentos que la ONU los aceptó y desde 2012 proclamó que el 20 de Junio de cada año es el día internacional de la felicidad.
No sé en qué medida contribuya a que tú y yo seamos felices, pero siempre será bienvenida una iniciativa como ésta y equivale a las iniciativas contra la pobreza. Nadie se va a oponer, aunque las acciones difieran de tan bellos preceptos.
Ahora bien, si es una meta humana fundamental, entonces deberíamos de tener una fórmula para ser felices, supongo. Hagamos una reflexión obligada: ¿A ti qué te hace feliz? ¿Cómo mides esa felicidad? ¿Ayer fuiste más feliz que hoy, o viceversa?
Es curioso que no dedicamos mucho tiempo a reflexiones como ésta y tampoco a obtener la felicidad, aunque todo el tiempo lo cacareamos como la gallina a su huevo. A mi “me pasó de noche” la conmemoración y “me cayó el veinte” hasta cinco días después.
Según la ONU, el camino hacia la felicidad requiere de valores fundamentales como la amabilidad y la compasión, especialmente en tiempos de crisis a causa de conflictos bélicos, pandemias como el coronavirus o hambrunas. Mientras que la felicidad individual pasa por la felicidad global con la colaboración de todos. Fácil, ¿O no?
En los hechos, esta cordial afirmación de la ONU, se topa con un excesivo materialismo en el que en nuestros rumbos del mundo seremos felices cuando alcancemos un puesto superior, un sueldo mayor, una casa más grande, un automóvil más vistoso, ganemos el premio gordo de la lotería nacional o hagamos un viaje a un lugar icónico del planeta.
También es común que se equipare la felicidad a la conquista de un amor, a la boda de mis sueños, al nacimiento de un hijo, terminar una carrera profesional o, incluso, alcanzar la mayoría de edad.
Estoy seguro que en alguna de las anteriores caíste, igual que yo, en algún momento de tu vida. Pero con el paso de los años, habiendo obtenido alguna o todas esas metas, nos damos cuenta que la felicidad no se mide así. Incluso cambiamos nuestras costumbres para encontrar momentos de felicidad en cosas más simples, como una comida, una flor, una lectura de un libro, un paseo por el parque del barrio, una sonrisa de un desconocido y hasta un recuerdo de un logro del pasado lejano.
La felicidad individual, en estricto sentido, depende de cada persona y lo que procesa en su interior, el enfoque con el que toma cada acontecimiento de su vida cotidiana. Es tan compleja que no se ha puesto en común, socialmente hablando.
Sin embargo, la propuesta de la felicidad colectiva, sí tiene una fórmula de medición, que se realiza a través de un cuestionario de 180 preguntas que considera 9 dimensiones: Bienestar psicológico, Uso del tiempo, Vitalidad de la comunidad, Cultura, Salud, Educación, Diversidad medioambiental, Nivel de vida y Gobierno.
Si los países miembros de la ONU se pusieron de acuerdo en cómo medir la felicidad colectiva de 8 mil millones de personas, no veo porqué no podamos en nuestro pensamiento interior, definir la forma de alcanzar nuestra felicidad personal. Se puede lograr con voluntad, pues sin ella, el fracaso estará con nosotros.
Es más fácil encontrar razones para enojarse que para estar feliz, así que sugiero elegir las cosas y acciones del lado amable. Ser feliz es una opción personal que podemos tomar.
Te dejo una pista, en palabras de Robert Waldinger, la felicidad se alcanza a través de dos ingredientes: la Salud y las relaciones personales. ¡Vaya secreto!