Opinión

¿Sólo dos proyectos de nación?

¿Sólo dos proyectos de nación?

1. Desde la más alta tribuna del país en la que se han convertido Las Mañaneras, se nos insiste en que son tiempos de definiciones: debemos optar por uno de los dos proyectos de nación que están en disputa. No pocos intelectuales y activistas cercanos a la 4T comparten esta tesis: o se apuesta por el actual régimen y se busca su continuidad por seis años más, o se hace todo lo posible por regresar al pasado, a las épocas gobernadas ya por el PRI ya por el PAN. No se aceptan posiciones intermedias. No hay tonalidades grises: o blancas o negras.

2. Desde el poder se afirma que en estos ya cuatro años se ha cambiado la forma de administrar los intereses públicos: ahora se prefiere a los pobres, se combate a la corrupción y a la impunidad, se castiga a los delincuentes, se protegen nuestras fronteras de las injerencias extranjeras, se recibe con respeto a los migrantes. No somos iguales, se insiste, y a diario se fulmina con toda suerte de epítetos a personajes destacados del pasado, lo mismo expresidentes que comunicadores. Quien se atreve a criticar alguna política pública actual está del otro lado del río.

3. Los actuales opositores, entonces, no sólo son calificados como adversarios, lo cual no debe extrañar: es natural que en cualquier escenario político se den pugnas entre los varios bandos participantes. Pero además se les llama enemigos -lo que sube el tono de la disputa-, corruptos, rateros, hipócritas, y para dar una connotación académica a la diatriba, neoliberales. Quienes marcharon, por ejemplo, para apoyar al INE, lo hicieron más bien para pedir la liberación de García Luna. Las clases medias también forman parte de este conjunto.

4. Pero mucho se ha cuestionado si, en realidad, los actuales gobernantes ya no son como antes. Para empezar, la mayoría de los actuales morenos fueron priistas, y hasta no pocos panistas abandonaron las filas azules para incorporarse al partido en el poder. Los actos de corrupción son notables, la justificación de los errores, también mayúsculos, se justifican con la acusación de que son dardos enviados por quienes han perdido sus privilegios anteriores. La mayor crítica ha provenido, inclusive, de militantes históricos de la izquierda, que no se ven reflejados en este proyecto.

5. Por el otro lado, tampoco es mecánica la reducción pretendida: no todos los críticos de AMLO y sus huestes se identifican con las tesis neoliberales. Muchos de ellos, inclusive, votaron esperanzados por el tabasqueño, y hoy se dicen decepcionados. Más injusto todavía es calificar de delincuentes a quienes se han atrevido a disentir, colocándolos en una misma plataforma, junto a, sí, verdaderos operadores de fraudes y desvíos financieros en los últimos 12 años. No. Del otro lado del río no todos son neoliberales, ni ladrones, ni descarados maleantes.

6. ¿Sólo hay, entonces, dos proyectos de nación? ¿Tenemos que incluirnos por fuerza en una de esas dos visiones de mundo? ¿No hay en el panorama una posible tercera vía? Yo creo que sí, y será necesario explorarla en el futuro inmediato. Muchas personas con verdadera sensibilidad social y voluntad participativa, desencantadas con el rumbo que tomó esta propuesta de la 4T, pero también escépticos de la experiencia neoliberal, merecen una salida que no signifique una vuelta al pasado, pero tampoco a una continuidad con el mismo rostro.

7. Cierre icónico. ¿Así cómo? Los partidos que hoy son de oposición parece que hacen todo lo posible por alejarse de la ciudadanía, por perder sus votos para las elecciones del año próximo. En contubernio con Morena, buscaron limitar las facultades del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Está claro que no les interesa acabar con el reinado de AMLO, sino mantener sus prebendas e ingresos económicos. Sólo ven por ellos mismos. Los miles de manifestantes que protestaron por los atentados al INE, no encuentran en ellos una posibilidad de cambio.

José Francisco Gómez Hinojosa

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