¿Valoramos los regiomontanos la cultura y el arte?
¿Valoramos los regiomontanos la cultura y el arte?
Te contaré una historia que no creerías pero que fue real. En Basilea vivía una familia muy rica, los Staechelin. Tenían una de las colecciones de arte más importantes del mundo: Van Gogh, Monet, Gauguin, Renoir.
Pero los Staechelin también eran dueños de la aerolínea suiza Globe Air. Cierto día de 1967, uno de sus innumerables aviones Bristol Britannia, que volaba de Bangkok a Basilea, se desplomó, matando a más de 120 pasajeros.
La justicia suiza culpó a lo pilotos por excederse en sus horas de vuelo. Los Staechelin se vieron obligados a pagar una fortuna por indemnizaciones: los acusaron de homicidio y el seguro no alcanzó a amparar a tantas víctimas.
Para cubrir las fuertes sumas de dinero, los Staechelin decidieron rematar sus obras de arte. Comenzaron por subastar un Van Gogh, y luego le exigieron al museo de Basilea que les regresara dos Picasso cedidos en calidad de préstamo permanente, para venderlos al mejor postor.
Sucede que estos Picasso eran obras maestras: Dos hermanos (1906) y Arlequín sentado (1923), señal de orgullo para el pueblo de Basilea. La gente se enardeció con la noticia: no aceptaba perder parte de su patrimonio cultural. Se expandió la indignación masiva por motivos culturales y patrióticos.
El gobierno restó importancia en un inicio a la queja popular: decía que eran brotes de chifladura del gremio cultural, alejado del común de los mortales.
Los Staechelin pidieron $ 1.5 millones de dólares para dejar los dos Picasso en el museo de Basilea, donde habían permanecido por décadas.
Los gobernantes suizos no quisieron absorber el costo y en vez de eso sometieron la decisión a consulta popular: ¿quería la población gastar tanto dinero en dos simples lienzos? El pueblo se volcó a las calles para promover el “votó del sí”.
Fue una de las campañas más emotivas de la historia de la democracia: miles de niños vestidos como arlequines, madres de familia regalando empanadas a los votantes, artistas obsequiando réplicas de lienzos de Picasso a granel, cientos de puestos de cerveza y salchichas montados por los propios vecinos, músicos callejeros cantando “All you need is Picasso”, jóvenes disfrazados de Picasso.
Al final, ganaron abrumadoramente los votantes del sí. Un resultado glorioso para el pueblo; prueba irrefutable de que la gente valora el arte y de que la cultura no es asunto de una minoría o de una élite. El propio Picasso, al conocer los resultados, donó otras cuatro obras al Museo de Basilea.
¿Por qué se cree que la riqueza artística no tiene valor para la mayoría de los nuevoleoneses?
Y ahora el turno es tuyo: ¿tú crees que la gente de Nuevo León valoramos nuestro patrimonio artístico?
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¡Hasta la vista!