Waikikí
Waikikí
“¿A qué más podría yo aspirar, si no es a esa plenitud, ese sentirme diosa en el escenario?”
Esmeralda nació para bailar, o al menos eso siente. El camino para acercarse a cumplir su sueño no será fácil luego de que la vinculan a ella y a Mario con el asesinato de Katmandú, “Diosa del Tíbet”, estrella principal del Waikikí, en el cabaret donde trabajan. Hay que encontrar al asesino, hay que limpiar el nombre.
Waikikí (Planeta, 2022) es una novela recreada en la década de 1950 por Ana García Bergua y Alfredo Núñez Lanz, quienes en la travesía de crear una historia de intrigas y misterio, logran un thriller de época que nos traslada a una ciudad que por su vida nocturna dio a conocer a grandes artistas de fama en el cine y radio mexicano.
Tanto Esmeralda como Mario salieron de sus pueblos para encontrar un destino más dócil en la capital defeña. Ambos se dan un encontronazo con un nuevo mundo igual de hostil y despiadado.
Como escribió Rafael Bernal en El complot mongol: “A veces tiene uno enemigos que ni conoce”, y es así como los protagonistas aprenden a ir por la vía de la defensa, estar siempre “al tiro”, al primer roce o sospecha de traición o ataque se amurallan con una fuerza que la malaventura les da para sobrevivir.
García y Núñez, escalan a sus personajes a la cima de la desesperación, también los hacen entregarse a tientas a una felicidad añorada. Las sombras se vuelven un territorio fértil para desencadenar las pasiones y reencontrarse con ese destino que no para de reiterarles que comprueben su inocencia.
Gracias a una narrativa muy ágil y descriptiva, la historia nos permite imaginar los rincones de la urbe, sus sonidos, sus olores. Imaginar esta historia como recordaríamos una película del cine de oro mexicano. A las descripciones del entorno se le pude agregar la textura del lenguaje, uno que sella de manera extraordinaria los diálogos y la voz narrativa.
“Ombligistas”, “encueratrices”, “bilet”, “pelafustán”, “féminas”, esas palabras y muchas más, junto a frases divertidas que en el contexto de esos días nos hacen vivir sin soltar las páginas esta historia de persecuciones y disfraces.
Si existiera una playlist de este libro, entre sus interpretes encontraríamos a Pérez Prado, Tin Tan, Pedro Vargas, María Victoria o Pedro Infante.
Imaginaríamos el café de los chinos o Tacubaya con rumba de fondo, vecindades oscuras, húmedas; la crema Teatrical frente a un espejo, el encaje de la ropa interior, unas luces neón por la ventana de un hotel; veríamos la brillantina de los trajes en el escenario y también, sentiríamos ese amor en cada beso entre Esmeralda y Mario.
Waikikí se inspiró en un hecho real cuando sucedió el asesinato de la bailarina Su Muy Key en 1951. Los autores recurrieron a una copiosa documentación periodística para elaborar una ficción que destellara a la sociedad de ese tiempo.