Opinión

A fuerza de palabras

Sección Editorial

  • Por: Zaira Eliette Espinosa
  • 06 Diciembre 2022, 20:00

Vicente Leñero publicó La voz adolorida, su primera novela en 1961, tuvieron que pasar quince años para que se reeditara en una versión corregida por él mismo y con otro título: A fuerza de palabras. Otros veintiséis años pasaron para encontrar la publicación en la distinguida colección de Letras Mexicanas del FCE y hasta el 2019, entró a la colección popular de la misma editorial.Es decir que, A fuerza de palabras cumple 61 años de haberse publicado por primera vez y que Leñero, un escritor multifacético de los géneros literarios, abocado a las narrativas del teatro, el cine, la crónica y la novela, no pierde su autenticidad ni contemporaneidad.Esta es una novela breve que explica “verdades complejas” en una estructura de oraciones largas y reiterativas que aprisa como aguacero nos narra la hosca soledad que transita el protagonista, Enrique, desde su infancia hasta su adultez.Leñero presenta un secreto enquistado en el pasado de una casa de San Ángel en la Ciudad de México. Dos tías, Ofelia y Carmen, usurpan la maternidad y la reconstruyen de una manera tan tóxica que provocan que Enrique termine en un sanatorio de Puebla, del cual escapa para luego revelarnos todavía más secretos alojados en la casa-prisión de su niñez.La voz de Enrique, que narra su propia historia, se nos presenta como un confesionario, un potente monólogo en gradaciones cercanas a la zozobra, la culpa, el desengaño, las frustraciones, la ira, y una reivindicación de su propia expresión para darle, precisamente, fuerza a sus palabras.La novela está muy fincada a la memoria del personaje que hace posible recrear ese escenario de tortura y sucesos que evidenciaban constantemente la ingenuidad y ese descubrimiento de la crueldad, ¿del destino? Leñero presenta una ficción que aparenta ser lineal, pero contiene el vaivén de las emociones pasadas y presentes del narrador.La percepción del entorno se vuelve moralmente asfixiante. Las tías, la época, la vida misma es vista desde ese caleidoscopio de virtudes y juicios. Sin embargo, hay algo en la lucidez del personaje, que como relámpago en la tormenta se aparece en la historia y lejos de destruir con su potencia, ilumina de cierta expectativa un posible final inesperado.Es interesante que Leñero publica A fuerza de palabras un año antes de que Carlos Fuentes publicara Aura, historia enmarcada en otra casa con misterios, también con la figura autoritaria de una tía y que es considerada dentro de las obras representativas del boom latinoamericano. 

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