Opinión

¿A quién pertenece la inteligencia?

Sección Editorial

  • Por: Manuel Rivera
  • 06 Noviembre 2022, 20:00

Un instante antes de su muerte, el hombre podrá renunciar a su ateísmo, pero ni en ese trance deberá dejar de buscar el ideal de la verdad, aunque este le anuncie que su última inspiración dará paso a la nada eterna.Sin duda, este pensamiento simplista que presenta a la razón como amenaza a la tranquilidad o comodidad del ser humano, parece aún menos relevante en el panorama nacional, donde las franquicias políticas pretenden la custodia exclusiva de la realidad, en un debate que rara vez alcanza la altura del intercambio de epítetos entre luchadores rudos y asalariados paga boleto, surgido en arenas dedicadas al pancracio.Partiendo de que toda experiencia humana es potencial fuente de enseñanzas, propongo cuestionar aquí la intención de confinar la verdad o la inteligencia en el limitado espacio de un bando —sea cual sea el sitio que ocupe en la geometría política—, pese a su incapacidad natural para contener la creciente diversidad del pensamiento.Lo absolutamente malo podría ser sólo aquello que es incapaz de aportar saber.Recuerdo que en mi recorrido por lo inesperado, o vida, he atestiguado cerca de algunos de sus protagonistas el uso de los ideales del PRI para beneficio de sus propietarios en turno, la renuncia a los principios del PAN a cambio de oportunidades de negocio y la traición a su propia historia y sangre del PRD. Sin duda, espero, muy en serio, que la irritación social con vestido de esperanza capitalizada por Morena, rechace tentaciones mesiánicas y renuncie a la exclusividad de la verdad y del bien.Esa misma expedición me conduce también a evocar y reconocer, entre muchos otros seres humanos ejemplares, a políticos como don Juventino González Ramos, el viejo del pensamiento más joven que he conocido, priista tan crítico como comprometido con su partido hasta que la muerte le impidió seguir siendo así; don Herminio Gómez Rangel, modelo de perseverancia, fidelidad y trabajo que contribuyó a la dignificación del PAN, partido que se dignificaría homenajeándolo; o la maestra Lucilda Pérez Salazar, pensadora y activista en la lucha para encontrar un nuevo orden social y magisterial, la cual aportó legitimidad, ideas, valores y valor desde el PSUM al origen del PRD.Qué escasas posibilidades tendría el país de superarse si la inteligencia y el deseo de hacer el bien estuvieran sujetos al filtro de la fe o los colores.A manera de colofón, traigo al presente una de las discusiones que tuvo lugar en el Senado de la República en el año 2019, cuando en la Comisión para la Igualdad de Género era abordado el punto de acuerdo por el que se confería el Reconocimiento “Elvia Carrillo Puerto” a María Consuelo Mejía Piñeiro.Ahí la legisladora morenista Jesusa Rodríguez Ramírez, en ese entonces suplente de la senadora Olga Sánchez Cordero Dávila, y el legislador priista Jorge Carlos Ramírez Marín, protagonizaron un encuentro de ideas que distrajo un momento la atención del tema central.Al ponderar la lucha de Mejía Piñeiro, representante de Católicas por el Derecho a Decidir, la senadora Rodríguez Ramírez —de mente brillante, pero humana al fin— dejó fluir su sentir con relación a la jerarquía eclesiástica, la que señaló como “machista” y hasta tolerante con pedófilos.Su discurso a favor del aborto, tratándolo como un problema de salud, no moral, cuestionando con severidad y argumentos a la Iglesia católica, destacó por la congruencia con su pensamiento y firmeza de convicciones, hasta que momentáneamente le ganó la pasión…“Por eso celebro, festejo que una mujer como María Consuelo Mejía, que además de ser católica es inteligente, cosa que no es muy común…”, expresó.Al finalizar la intervención de la senadora, pidió la palabra el legislador Ramírez Marín, del PRI, quien dijo:“… Que alguien diga que no es compatible la inteligencia con la fe católica me ofende y ofende a muchos católicos…“… Quiero anotar, para quien hizo esta afirmación, que George Lemaitre, uno de los primeros autores de hablar de la Teoría del Big Bang, es un sacerdote católico; que Louis Pasteur era católico, que Marconi se ufanaba de ser católico, que Volta, de donde viene la palabra ‘voltaje’, resulta que también era católico.“La inteligencia no está peleada con la fe, la inteligencia está peleada con la necedad y juzgar a otros sin conocerlos es resultadamente (sic) necio”.

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