Opinión

Atar y desatar

Sección Editorial

  • Por: Ron Rolheiser
  • 20 Marzo 2023, 20:00

“Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Estas palabras de Jesús se aplican no sólo a los que están ordenados al ministerio y administran el sacramento de la reconciliación, sino a todos los que están dentro del cuerpo de Cristo. Todos nosotros tenemos el poder de atar y desatar.¿Qué es este poder? ¿Cómo nos atamos y desatamos unos a otros en la tierra de tal manera que involucre al cielo?Una parte de esto permite una explicación más fácil. He aquí un ejemplo: si eres miembro del Cuerpo de Cristo y perdonas a alguien, Cristo perdona a esa persona y él o ella es libre del pecado. Asimismo, si usted, como parte del Cuerpo de Cristo, ama a alguien y permanece conectado con él o ella, esa persona está conectada con el Cuerpo de Cristo y a través de usted (bíblicamente) toca el borde del manto de Cristo, incluso si él o ella no lo confiesa explícitamente. Ese es uno de los regalos increíbles que nos ha dado la encarnación.Sin embargo, ¿Qué pasa con lo contrario? Supongamos que me niego a perdonar a alguien que me ha herido de alguna manera; supongamos que guardo rencor y me niego a dejar ir el mal que otro me ha hecho, ¿estoy atando a esa persona al pecado? ¿Dios también se niega a perdonar y dejar ir porque yo me niego a perdonar y dejar ir? ¿Cómo funciona el Cuerpo de Cristo con respecto con la parte de “atar” del poder que Jesús nos dio?Esta es una pregunta dificil, aunque un par de distinciones preliminares pueden arrojar algo de luz sobre el tema.Para empezar, la lógica de la gracia, y la gracia, como el amor, tiene una lógica, sólo funciona de una manera. En la gracia, al igual que en el amor, usted puede ser dotado más allá de lo que merece, pero lo contrario no es cierto. El álgebra de la gracia inmerecida funciona de una sola manera. El amor puede darle más de lo que merece, mas no puede castigarle más de lo que merece. Dios nos da el poder para liberarnos unos a otros, pero no el mismo tipo de poder para mantenernos en cautiverio.Segundo, en esta vida, como solía decir C. S. Lewis, el infierno puede chantajear al cielo, más esto no es cierto en el otro reino. Así, mientras podemos mantenernos cautivos, psicológica y emocionalmente, de este lado, Dios no ratifica esas acciones.Cuando nos atamos unos a otros aquí en este mundo negándonos a perdonarnos unos a otros, esa negativa no obliga a Dios a hacer lo mismo. En pocas palabras, cuando guardo rencor contra alguien que me ha hecho mal, manteniéndolo a él constantemente consciente de que ha hecho mal, mantengo a esa persona atada a su pecado, sin embargo, Dios no está respaldando esto. El cielo no aceptará mi chantaje emocional.Estas distinciones sólo proporcionan un escenario para comprender esto. ¿Qué significa atar a una persona?El poder cristiano de atar y desatar es el poder de atar y desatar en conciencia, en verdad, en bondad y en amor. Cuando me niego a perdonar a otro, cuando guardo rencor, no actúo como el Cuerpo de Cristo, ni como un agente de la gracia, sino precisamente como parte de la misma cadena de pecado e impotencia que Cristo estaba tratando de romper. Cuando actúo de esta manera, soy yo quien necesita ser liberado del pecado ya que estoy actuando en contra de la gracia. Mi falta de perdón bien puede atar emocionalmente a otra persona, manteniéndola atada de esa manera a su pecado, sin embargo, es la antítesis misma del poder que Cristo nos dio.Bíblicamente, nos atamos unos a otros cuando, en amor, nos negamos a comprometer la verdad y cuando nos negamos a darnos permiso para tomar falsas libertades y tomar malas decisiones. Así, por ejemplo, los padres atan a sus hijos cuando, con amor, pero con claridad, se niegan a darles permiso para ignorar las enseñanzas de Cristo sobre el matrimonio y la sexualidad. Atamos a un amigo cuando nos negamos a darle nuestra aprobación para hacer trampa en su negocio con el fin de ganar más dinero. Una amiga te ata cuando se niega a bendecir tus contingencias morales.En la obra de Robert Bolt, Un Hombre para Todas las Temporadas (A Man For All Seasons), vemos a Enrique VIII literalmente rogar a Tomás Moro que bendiga su matrimonio con Ana Bolena. Henry apela a su amistad, apela a su humanidad compartida e intenta intimidar moralmente a Thomas diciéndole que su negativa a aprobar es timidez y arrogancia. Sin embargo, Thomas se niega a aprobar. El ata a Henry en conciencia y Henry sabe que está atado. Al final, mata a Thomas por negarse a comprometerse y dar permiso, para (bíblicamente) desatarlo.Desde que Dios tomó carne humana concreta, la gracia tiene una dimensión humana visible. El cielo está observando la tierra y se deja ayudar por lo mejor de lo que hacemos aquí abajo, mas no está limitado por lo peor de lo que hacemos aquí abajo.

Compartir en: