Al inicio de esta semana, el área metropolitana vuelve a ser sacudida con la noticia de que una paciente que solicitó un servicio de cirugía estética tipo liposucción en un consultorio o mini clínica resultó muerta, presuntamente por una mala práctica médica.
La iatrogenia se refiere al daño o efecto negativo en la salud de un paciente causado por la atención médica, ya sea por un tratamiento, un procedimiento o la ausencia de este, y que no es intencional. En este caso, por parte del médico que practica esos procedimientos.
Lo primero, para el análisis y la prevención de más casos similares, es que quien desee someterse a un procedimiento quirúrgico debe conocer los efectos, alcances y, sobre todo, los riesgos que siempre están presentes en una cirugía de cualquier tipo. Existen protocolos con algunas diferencias entre hospitales públicos y privados. Normalmente, la gente con ética solicitan revisar el estado de salud del paciente no solo con la historia clínica y las preguntas del médico, sino también mediante exámenes de laboratorio, estudios cardiológicos, de coagulación, entre otros.
Si se acude con un cirujano en consulta privada o clínica particular, este debe tener a la vista del público la certificación emitida por el Consejo Mexicano de Cirugía Plástica (o el que corresponda, según el caso). Esa es la primera cosa que se debe tener en cuenta. Luego, es importante conocer las instalaciones y su capacidad para atender una situación de emergencia: si cuentan con personal calificado, otros médicos de soporte, la distancia a un hospital general de mayor capacidad, entre otras muchas consideraciones.
Algunos, como en mi caso, nos resistimos a considerar para nosotros mismos algún procedimiento quirúrgico fuera de un hospital que cuente con todo lo necesario para atender una urgencia: banco de sangre, unidad de cuidados intensivos e intermedios. En caso de cualquier complicación, relacionada o no con el procedimiento por el que se acude, es vital poder recibir la atención con la debida oportunidad.
El caso de esta joven no es el único. Hace algunos meses, otra clínica montada en una casa, en el sector San Jerónimo, también tuvo un hecho similar donde hubo otra pérdida de vida. Hay muchos procedimientos que se realizan todos los días en lugares donde solo Dios —y las pacientes que buscan un resultado muy bueno con pocos pesos— saben lo que pasa. Esa combinación no es la más segura.
Mis respetos a la aspiración de esta joven de cuidar su apariencia física o estética mediante un procedimiento así. Existen alternativas, como el ejercicio o una alimentación adecuada, para mejorar el estado físico y la apariencia. Lamentablemente, en este caso, el costo fue demasiado caro: dejar tres hijos y al marido sin duda debe ser doloroso y difícil.
Así que, si tú que hoy me lees sabes de alguien cercano a ti que quiere practicarse algún procedimiento estético, pídele que revise todos los datos que aquí he expuesto. Quienes hacen los procedimientos correctamente y toman todas las precauciones necesarias pueden ser un tanto más costosos, pero si no puedes pagar por cuidarte bien, ni te acerques con charlatanes que no están calificados y ofrecen cirugías muy atractivas en precio. Cuidado con los resultados.
Aquí viene bien a colación aquella frase: “No hay mujer fea, puede ser que el marido sea pobre”. Perdón por la expresión coloquial, pero si quieres hacer un cambio en tu cuerpo, busca que quien lo realice tenga los conocimientos, la experiencia y las certificaciones que le permitan realizar estas operaciones sin andarse escondiendo, y, sobre todo, sin engañar a las clientas.
Estoy seguro que las autoridades en materia de regulación de salud tomarán cartas en el asunto e intensificarán las revisiones a los lugares que se anuncian como prestadores de servicios médicos y quirúrgicos.
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