Opinión

Bye Bye Babilonia

Sección Editorial

  • Por: Zaira Eliette Espinosa
  • 15 Noviembre 2022, 20:00

Compartimos el mundo con personas que se sienten como pez en el agua ante la perversidad y la depravación humana. Lo compartimos con quienes toman las decisiones en las cúpulas de poder donde se decide la guerra, la hambruna, los ecocidios y más sucesos infernales en la historia. Insensibles. Inclementes.Sontag nos habla de un permanente recordatorio de la crueldad en la tierra vía las fotografías. Sin embargo, vía las palabras también escritoras como la libanesa Lamia Ziadé han sabido retratar las crueldades no solo de su entorno, sino también de una época en su libro Bye Bye Babilonia. Beirut 1975-1979 editado en México por Sexto Piso.Los años de la crónica inician cuando la protagonista tiene siete años. La infancia se cobija de golosinas y rarezas que llegan por primera vez al Líbano de occidente, como las escaleras eléctricas o los carritos del supermercado. Al tiempo que un mundo de ensueño parece construirse, el país también provee de armamento. La situación que se aproxima lejos estaría de estar en las fantasías de una niña que lejos está de entender de dónde o por qué estallará la violencia en su país.Ziadé plasma milicianos de todas las tendencias. Una época de “fascinación por la destrucción” y el contradictorio estilo de vida que mal retrata a una nación que está al punto del hervor social. Esta es una novela gráfica que nos presenta los colores y las formas de la guerra, los que una niña veía, si es que acaso se le puede dar forma y color a la guerra. La narrativa de un estallido y cómo nos cambia la vida un suceso en el trayecto a nuestro hogar.La autora relata el folclore de la violencia en su país. Cómo la diversión atiende la demanda del miedo, el pánico. Entre torturas y mutilaciones, secuestros, extorsiones, cadáveres expuestos a lo público. Ziadé en el Líbano de los 70s, nosotros, en otra geografía más de cuarenta años después en el nuevo Nuevo Léon. Quién dijera.La disputa entre bandos rivales en Beirut y otras ciudades de ese país, reflejaba el inicio de un trayecto cansado para la salida de ese infierno. Los bombardeos no quedaban solo en la superficie de las calles, también en la ideología, la política instrumentada para continuar una guerra que la mayoría de los ciudadanos deseaban terminar.Ziadé nos muestra un mapa de Beirut que aproxima los barrios, los vincula con tribulaciones bélicas y hace que su historia, al menos en el desamparo del terror, sea parecida a la nuestra en México. 

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