Debatir el porcentaje del Impuesto sobre Nómina (ISN) en Nuevo León deja fuera de foco algunos temas que, francamente, nos distinguen a los nuevoleoneses.
El primero es que este debate, y lo que finalmente resuelva el Congreso local sobre el Paquete Fiscal 2026, no delata bandos ganadores ni perdedores, sino que demuestra cómo los mecanismos democráticos están funcionando muy bien en nuestra entidad federativa. El Ejecutivo ejerce su función y el Legislativo el suyo. ¿Cuál es el problema? Ninguno.
El segundo tema que deja fuera de foco este debate del ISN es uno muchísimo más importante.
Y es que el reciente diálogo sobre un impuesto —para mí, lo ideal es que no existiera ninguno—ha abierto un diálogo muy provechoso entre sectores públicos y privados que servirá para poner sobre la mesa otro asunto dramáticamente delicado. Me detengo en este punto porque, de verdad, nos va la vida en ello.
El gobierno de Donald Trump publicó hace algunos días su Estrategia Nacional de Seguridad. Este documento, de 33 cuartillas, dibuja una reconfiguración comercial del hemisferio occidental.
El llamado Corolario Trump a este documento advierte —y sobre aviso no hay engaño— que EUA tratará, por un lado, de quedarse con todos los productos y servicios estratégicos que se liciten en la función pública de países como México, incluso usando su poder militar para impulsar su agenda económica.
Por el otro, amaga con que la industria norteamericana tratará de quedarse con los principales mercados, dejando a la industria de los demás países en un espacio secundario.
Ambas cosas no se insinúan en el documento: lo dicen abierta y explícitamente.
Esto significa que las regiones que no abran un diálogo democrático interno entre autoridades públicas y sectores privados no estarán en plena forma para responder a este nuevo tablero de juego, donde EUA ya no aspira a mantener la hegemonía global, sino a explotar unilateralmente su zona de influencia, de la que nosotros, los nuevoleoneses —querámoslo o no— formamos parte.
Y subrayo otro apartado aún más significativo: si un estado como Nuevo León no concibe un modelo de negociación comercial flexible, que fomente el consumo local de clases medias, que genere un mercado propio con buen poder adquisitivo, y que se apoye en una buena infraestructura para la productividad local y de exportación, estará destinado a ser devorado por nuestros vecinos del norte.
Durante varios años he dicho que, con ajustes y apretones de tuercas, la administración de Samuel García sí ha puesto en marcha un modelo empresarial de emprendimiento exportador, con vertientes originales para crecimiento económico, lo suficientemente flexible para responder a lo que nos adelanta, con todas sus letras, la Estrategia Nacional de Seguridad del gobierno de Trump.
Otros estados de nuestro país, tristemente, no la tienen, como Michoacán, Chiapas o Tabasco, donde el Producto Interno Bruto local depende casi en su totalidad de la inversión pública, no de la privada. Esta ecuación se invierte orgullosamente en nuestro estado: aquí el dinamismo productivo y de consumo es mayoritariamente privado.
De manera que aprovechemos esta coyuntura que sintetiza la Estrategia de Seguridad Nacional de Donald Trump, no para formar parte del Apocalipsis, sino para hacer limonada si del cielo nos caen limones.
