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Opinión

¿De verdad tengo que regresar algo al mundo?

Familia Viva

La pregunta me la hizo un alumno universitario hace unos meses, casi al final de una charla que tuve con ellos sobre la importancia de dejar espacio en la vida para devolver algo a la sociedad. No hablábamos de actos heroicos ni de sacrificios extremos, sino de algo mucho más sencillo y profundo: comprometerte, desde donde estés, con una causa que te mueva. De forma sencilla y desde tu trinchera.

La pregunta me sorprendió por su honestidad. No era desinterés, era genuina curiosidad. Vivimos tan enfrascados en nuestro propio mundo —pendientes, pantallas, prisas— que a veces la empatía y la sensibilidad hacia la necesidad del otro quedan relegadas a un “luego”. Y ese “luego” muchas veces no llega.

La psicología positiva lleva años confirmando algo que intuitivamente sabemos: ayudar a los demás nos hace bien. Martin Seligman, uno de los principales exponentes de esta corriente, señala que el bienestar auténtico no se construye solo desde el placer o el éxito individual, sino desde el sentido, y ese sentido aparece, casi siempre, cuando contribuimos a algo más grande que nosotros mismos. Somos seres sociales. Nos necesitamos. Y cuando nos desconectamos del otro, también nos desconectamos de una parte esencial de nuestra humanidad.

Hace unos meses comenzamos una campaña para crear bibliotecas infantiles en escuelas públicas. Cuando se los platiqué a mis alumnos, sucedió algo que me conmovió profundamente. Un grupo de alumnas —en lugar de hacer la pregunta que me había hecho aquel alumno— quisieron sumarse de inmediato. Sin dudarlo. Con entusiasmo. Con ideas. Con ganas.

La verdad es que no lo hubiera hecho sin ellos. Se trató de un grupo de chavos comprometidos que, por casualidad, ya habían hecho también bibliotecas infantiles públicas. Y yo, el año pasado, había vivido una experiencia similar. Así que este año decidimos juntarnos. Sumarnos y multiplicar.

Durante semanas pedimos apoyo en redes sociales. Y la ayuda llegó. Cuentos infantiles. Muchos. Más de 2,000 libros. En esta primera etapa entregamos con mucha emoción cinco bibliotecas infantiles.

Ayer y hoy, en colaboración con la empresa TecPetrol, que atiende a comunidades cercanas a Pesquería, y con la consultoría educativa Educa, de mi querida amiga Karla Ponce, logramos crear espacios de lectura en dos escuelas públicas. Espacios que van mucho más allá de un mueble. Son refugios. Son puertas. Son posibilidades.

Cuando creemos que los niños ya no se sorprenden por un libro en papel, déjame decirte que la sorprendida fui yo. Ver sus caras cuando les presentamos su nueva biblioteca hecha con mucho amor, con más de 250 cuentos donados, fue algo que no se me va a olvidar. Sus ojos abiertos como platos. Sus manitas queriendo tocar los libros. Las preguntas: ¿los podemos leer?, ¿me lo puedo llevar a mi casa?, ¿aquí puedo venir todos los días?

Ese momento pagó cada esfuerzo de las últimas semanas. 

Estoy convencida de que, si apoyamos la educación en nuestro país, estamos atacando de raíz muchos de los problemas que aparecen más adelante, en la adolescencia y en la juventud. Todo empieza por motivar el aprendizaje desde el amor por los libros. En tiempos digitales, lo que hacemos puede parecer casi un acto de resistencia: seguir insistiendo en que la niñez se deje sorprender por las letras, por las historias, por la imaginación.

Paulo Freire lo dijo con claridad: “La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”.

Y qué importante es ayudar a que nuestros niños tengan ambos mundos al alcance.

Hoy, en la entrega de una de estas bibliotecas, llevé a mi esposo, Neto. Verlo tan emocionado y sorprendido como yo me confirmó que este trabajo —silencioso, constante, comunitario— sí está haciendo eco. Son acciones que quizá no salen en primera plana, pero que te dan una satisfacción que dura todo el año.

Si quieres unirte a nuestra causa, vamos a seguir creando bibliotecas durante enero y febrero, hasta llegar a 20. Puedes ayudar con donativos de libros, con apoyo económico para comprar libreros o con tu tiempo para clasificar libros y acompañarnos en las entregas.

Quiero agradecer de corazón a los chavos de ALASMX —Lia, Mariel, Andrés, Daniel y todo el equipo— por atreverse conmigo a salir del aula, a crear una idea y llevarla a cabo. No tiene precio hacerlo con ustedes. Y gracias a todas las personas, organizaciones y escuelas que han donado y confiado en nosotros.

Tal vez la pregunta no sea si tenemos que regresar algo al mundo.

Tal vez la verdadera pregunta sea: ¿qué nos estamos perdiendo cuando no lo hacemos?

Dra. Marysol Flores Martínez
TedX Speaker · Autora · Consultora · Familióloga
Dra. en Liderazgo y Desarrollo Humano
Maestría en Psicología Neuroeducativa
Maestra de cátedra del Tec de Monterrey
Fundadora de @familiaviva.mx

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