Opinión

Dedicado a dos viejos amigos que se pelearon por AMLO

Sección Editorial

  • Por: Eloy Garza
  • 09 Marzo 2023, 20:00

Ayer volví a ver la película Mientras dure la guerra, del director español Alejandro Amenábar. Trata sobre los últimos años de vida del intelectual Miguel de Unamuno en Salamanca, y su decisión de no adherirse a ningún bando en los inicios de la guerra civil española: ni republicano ni nacional. Ni liberal ni conservador. Ni rojo ni blanco. Unamuno fue un solitario a quien le gustaba opinar. Lo cual no significa que fuera un neutro ni mucho menos un tibio. De hecho, uno de sus libros se titula: “Contra esto y aquello”.Al final de vida (que son los inicios de la guerra civil) Unamuno se verá obligado a tomar partido. ¿Y por cuál bando lo hizo? Por sí mismo, por nadie más. Que es lo mismo a decir que tomó partido por sus convicciones. Con esta voluntad de ser independiente, Unamuno suelta la lengua y pone en su lugar a todo mundo, incluyendo a un par de amigos suyos que luego serían asesinados por tropas franquistas. Esto termina por enfurecer a don Miguel y les grita a los militares una frase que se volvió célebre: “venceréis pero no convenceréis”.Por obvias razones, don Miguel de Unamuno no conoció Internet (murió en 1936). Sin embargo, su personalidad afilada hubiera encontrado en Twitter o Facebook un buen campo de batalla virtual dónde soltar sus opiniones. Don Miguel usaba palabras altisonantes y luego tenía la sana costumbre de invitar a sus adversarios ideológicos (que por cierto también eran sus amigos entrañables) a tomar café. Ahora, las polémicas públicas son a muerte (es decir, a muerte virtual porque hoy bloqueas a tu enemigo y punto), lo que te impide irte después a tomar café con ellos, tras horas de discutirles a grito pelón.Si los debates ideológicos fueran tan civilizados como los soñaba Unamuno, los españoles se hubieran ahorrado la Guerra Civil con sus miles de muertos. Pero en mitad de estas polémicas que provocaba deportivamente Unamuno, aparecieron unos matones uniformados cuyo único lema era “¡muera la inteligencia!, ¡viva la muerte!”, y en vez discutir le pegaron un tiro a quienes no pensaban igual que ellos. O simplemente a quienes pensaran a secas.Es válido que nos mentemos la madre todos contra todos. Lo que no se vale es que nos polaricemos hasta límites que nos impidan luego tomarnos juntos el café del desagravio. Entonces sí una bola de asesinos de la inteligencia secuestrarán el poder a sangre y fuego. Los discursos iracundos no conducen más que a la guerra sin cuartel. Y el rencor es una pistola cargada de muerte.

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