El fin de semana celebramos el Día de las Madres y, posterior al festejo que muchos pudimos compartir, quiero dejar esta reflexión.
No hay regalo más grande que una madre. Son el pilar de nuestras vidas, el primer refugio que buscamos de niños y un faro guía en los días más difíciles.
México es un país con millones de mamás trabajadoras que siempre buscan la forma de salir adelante para darles a sus hijos la mejor vida posible, y Nuevo León no es la excepción.
Desgraciadamente, ese esfuerzo no siempre se ve reflejado en un cambio real en sus condiciones de vida; por el contrario, muchas veces genera adversidades con las que la mayoría de los hombres ni siquiera nos enfrentamos.
El 79% de los hogares en Nuevo León están a cargo de una mujer, lo que refleja una alta proporción de madres que asumen solas la responsabilidad de su casa.
Al mismo tiempo, el 45% de las madres en el estado tienen un empleo. Es decir, además de tener hijos que dependen completamente de ellas, también deben salir a trabajar para cubrir las necesidades de su hogar.
Si a eso le sumamos que las mujeres en Nuevo León dedican, en promedio, 13.7 horas diarias a sus actividades laborales —incluyendo trabajo no remunerado como la crianza, el aseo, cocinar o el cuidado de algún familiar—, terminan trabajando 13% más horas que los hombres.
Por eso, este 10 de mayo, además de celebrar y consentir a las mujeres que nos trajeron a este mundo, tenemos la responsabilidad de hacer de este mundo un lugar con mejores oportunidades y condiciones de vida para las mamás de Nuevo León. Porque ellas no solo nos cuidan: también nos forman. Las madres de Nuevo León son quienes nos educan, quienes educan a Nuevo León.
Debemos lograr que los apoyos a jefas de familia sean una garantía establecida en la ley, y no programas gubernamentales sujetos a una administración de tres o seis años. Que la omisión total o parcial del pago de pensión alimenticia sea reconocida como violencia económica en el Código Penal, y que los deudores alimentarios no puedan salir del país hasta cumplir con su responsabilidad. Que la lactancia materna sea reconocida como un derecho humano en todo Nuevo León, por los beneficios que representa para madres e hijos. Que exista apoyo psicológico para mujeres durante y después del parto, o en casos de muerte gestacional y neonatal.
También es necesario impulsar becas para hijos menores de 15 años de madres solteras, para que ningún niño tenga que dejar la escuela. Si ellas lo están dando todo por la educación de sus hijos, nosotros debemos protegerlos del acoso infantil, castigar los abusos y garantizar que sus escuelas sean espacios seguros.
Todas estas son iniciativas que la Bancada de Movimiento Ciudadano ha presentado al Congreso del Estado. Porque, aunque ya existen programas, obras públicas e incluso derechos en la nueva Constitución del Estado que abordan este problema, necesitamos leyes secundarias que regulen esas acciones, para que esos derechos no se queden como letra muerta.
Dejemos de repetir las mismas palabras cada año y empecemos a trabajar, con hechos, por las mamás y jefas de familia de Nuevo León. Para que todo aquel que intente meterse con una de ellas… lo pague caro.
