Opinión

Doscientos cincuenta y un mil

Sección Editorial

  • Por: Felipe de Jesús Cantú
  • 18 Diciembre 2023, 21:22

¿Qué tiene que pasar en una sociedad para que el delito más alto que se registra es el de violencia familiar?

El crimen en México tiene muchas caras y los orígenes del delito también son variados. El Inegi registra en sus estimaciones que en el año 2022 el 27% de los hogares del país tuvieron, al menos, alguno de los integrantes de la familia como víctimas de un delito.

La probabilidad alcanza cifras de escándalo y si quitamos el porcentaje y lo colocamos en números nominales, nos confirma que más de 10.5 millones de hogares son habitados por, al menos, una víctima.

Los principales delitos en México nos dibujan de cuerpo entero como sociedad y nos dan una idea de la raíz del problema: robo, lesiones, daño en propiedad, amenazas, delitos contra la salud relacionados con narcóticos, fraude, homicidio y, la estelar de todas las manifestaciones ruinosas del ser humano, la violencia entre familiares. ¿Reconoces alguna de estas modalidades?

La última de ellas acapara mi atención por tratarse de los integrantes de una de las instituciones más antiguas en el planeta, como es la familia. Y es que siempre que en una película se quiere demostrar lo importante de una relación, se refieren a la familia para representarla.
Igualmente, cuando se pretende demostrar que una persona ama a otra, se habla de matrimonio y de fundar una familia en la que todo el amor quedará sellado por siempre y para siempre. Aún más retador para el entendimiento, es el hecho de que para respaldar una aseveración que alguien quiere que sea creíble, se pone sobre la mesa el juramento. Te lo juro por mi madre, te lo juro por mis hijos o te lo juro por lo que más quiero que es mi familia.

En el cliché de las frases huecas no es frecuente que desmintamos al afirmante, porque a golpe de vista, ¿quién va a pensar que no es lo más querido?

Pero entonces, llega la cruda realidad social que nos indica que la familia no es lo más preciado ni lo más sagrado, ni lo más respetado. Las cifras del delito dicen que la familia es la fuente más grave de la comisión de violencia contra personas inocentes.

Esta durísima realidad que de golpe nos saca de la fantasía en que vivimos nos pone frente al espejo y desnuda la verdad para cuestionar la terrible consecuencia de nuestra educación acerca de los valores más elementales de una sociedad en convivencia.

Es la soledad de alguien la que impulsa a alguien a la depresión y motiva la agresión de una madre a una hija depresiva a quien acusa de floja o aburrida.

Es la falta de comprensión de los padres de lo que un hijo hace en su vivencia cotidiana y que se destapa cuando ya ha cometido el delito de robo para solventar los costos de una droga que viene consumiendo desde hace meses.

Es el abuso de un hombre sobre su pareja a la que somete con su fuerza física para obligarle a hacer lo indecible en el sexo o en el dolor.

Es la forma de rebelarse ante la sociedad por la injusticia, pero haciendo pagar a justos por pecadores, tan sólo porque están cerca y dentro de cuatro paredes, brindando privacidad para agredir y desquitarse con él o la que no se defiende.

Es el hijo que mata a su padre por estar harto de un maltrato constante desde su niñez y revienta agresivamente cuando tiene la fuerza suficiente para someter al padre agresor.

Es la madre que mata a un bebé porque según ella le va a echar a perder su vida de mujer.
Es la hija que se burla de las capacidades limitadas de una madre que le dio y le da todo a esa hija para que salga adelante en su vida.

Es la impotencia de uno de los integrantes de la familia porque se quedó sin ingresos y descarga su frustración contra los que tiene más cerca.

Es la euforia por la alegría de consumir drogas y alcohol que les da una aparente superioridad respecto a los demás familiares.

Es el triunfo o la derrota del equipo favorito que enciende al aficionado y al llegar a la casa se desquita y descarga contra los demás.

Es el chantaje de la cabeza de familia a los demás bajo el argumento de que es el que trabaja.

Es fingir ante los demás que no pasa nada después de ser golpeado o golpeada, para evitar que los vecinos, los compañeros de escuela o trabajo se den cuenta de los abusos del otro u otra. ¿Que prioridad ha de tener el hombre o la mujer jefe de familia para que sienta que debe golpear o lastimar a su hijo, hija, sobrino o pareja?

Es la excusa presente de dejar que la educación la obtengan en la escuela y no en la casa. La renuncia a la responsabilidad de educar a los hijos.

Algo estamos haciendo mal para que la violencia nazca en la casa, donde la paz y el amor deberían ser la divisa más importante. Algo debemos hacer diferente para que la familia no sea el origen y destino del crimen, porque 251,000 delitos en familia son demasiados para un año.

Compartir en: