La efeméride política indica que en 2010, de ruta al aeropuerto de Güémez, pero que se le conoce como de Victoria, el candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas, el Dr. Rodolfo Torre Cantú y su comitiva fue parada por “presuntos marinos” quienes les acribillaron.
Ahí quedaron sin vida el candidato de la alianza Todos Tamaulipas, integrada por PRI, PVEM y Panal; mi amigo, el diputado local Enrique Blackmore Smer, y los escoltas Luis Gerardo Zubiate, Rubén López Zúñiga y Francisco David López Catache.
Pero no, señores, esta columna no es sobre un tema estrictamente policiaco, o de investigación periodística, solamente es una asomo para que, a la vuelta de 13 años, podamos decir categóricamente que ya pueden ser exhibidos como cómplices por omisión el PRI nacional, el CDE de Tamaulipas, su clase política y su hermano el exgobernador Egidio Torre Cantú.
Un “bateador emergente” quien por protocolo a cada rato en eventos de su partido se desgañitaba diciendo quiénes y por qué. Y no sabemos si realizó una investigación y no le gustó lo que encontró, pero en el colectivo, la mezquindad mancha en granate a todos.
En todos los sentidos, a los de arriba en México, con un Felipe Calderón que se la llevó fácil. “Fue el crimen organizado” y punto, mientras que, los que no se chupan el dedo, tiene otros datos y hablan en privado de un crimen de Estado más, donde en asuntos similares en el mundo y aquí en México, con el caso Colosio, nadie sabe, nadie supo y todos a echarle tierra.
Que es vergonzante, claro, porque ya no alcanzan las lágrimas de cocodrilo de los políticos de esta época, ni las cada vez menos flores que se colocan en su estatua de cuerpo completo que edificaron en la explanada del edificio.
Esa efeméride duele a su familia, amigos, mientras que en el olvido quedan los hechos de pasaditas las 10:30 horas en el tramo carretero Ciudad Victoria-Soto la Marina, a la altura del kilómetro 6.5.
Todo lo demás es historia. Egidio/Osorio/PPElías… y los que quiera agregar, entregaron la plaza al exgobernador FJGCDV –ojo, sin que yo deje de reconocer que la campaña de mi amigo Baltazar tuvo terribles hoyancos.
Grietas que hoy y antes duelen en el corazón de quienes les tratamos. En lo personal, Rodolfo no era mi amigo, pero como su corazón era enorme, seguro habría encontrado un huequito.
Extraño, eso sí, a mi güero, a Enrique Blackmore, cuya ruta de éxito habría sido muy diferente a la que se vivió en años posteriores. Ya no está mi chapeado ni el bigotón carismático y el PRI ya no es lo que fue antes.
Ahora, porque se merecen la expresión, está lleno de payasos y acomodaticios que van por la migajas que les da el sistema político, mientras que en la Sierra Madre el eco no devuelve las palabras.
Quiénes y por qué… no es suficiente ni aunque me recen el acto de contrición.
