Luis Donaldo Colosio pidió que declinara Jorge Álvarez Máynez pero luego reculó. Bien por él. Es de sabios rectificar.
En Nuevo León nos reímos de Alejandro Moreno, alias “Alito”. Sus bravuconadas son parte del folclore de la política anticuada.
Pedir a un candidato presidencial que decline por otro delata una supina ignorancia.
En los sistemas electorales de segunda vuelta es común que los candidatos perdedores de la primera vuelta se alineen con alguno de los dos que pasan a segunda vuelta.
Incluso esa realineación puede definir el triunfo del candidato beneficiado por la adhesión. Eso pasó en la reciente elección presidencial de Argentina.
En los sistemas presidenciales compuestos históricamente por dos partidos dominantes, la declinación de uno o varios aspirantes suele darse durante las elecciones primarias; es decir, en los procesos internos de los partidos. Eso pasa en sistemas electorales como el de EUA.
En algunos sistemas presidencialistas, un candidato puede declinar por otro, antes, eso sí, de que su nombre se imprima en las boletas electorales o cuando apenas arranca el proceso comicial. Eso pasa en sistemas como el mexicano.
Pero si un candidato presidencial declina por otro a escasos días de la elección (2 de junio de 2024), esa declinación implicaría una evidente estupidez.
El nombre del candidato declinante seguiría impreso en la boleta electoral; sus seguidores no se trasvasarían al candidato o candidata supuestamente beneficiaria, y finalmente (pero lo más importante), no operaría la promoción de su partido, en este caso Movimiento Ciudadano, para formar sus bancadas en las cámaras de Diputados y Senadores.
Además, emitir un voto también se inspira en principios y empatías generacionales. No sólo en fines supuestamente utilitarios.
Dicho de otro modo, si Alejando “Alito” Moreno promete renunciar a la dirigencia de su partido, el PRI, y a su candidatura a un cargo de elección popular a condición de que decline Jorge Álvarez Máynez por Xóchitl Gálvez, lo que delata en el fondo es una vergonzosa ligereza como político, una ansiedad derivada de pensamientos mágicos (“si declina Máynez gana Xóchitl”) y una visión de la política como si fuera una payasada.
¿De qué quieren su nieve los payasos rogones? Pregúntenle a “Alito”.
¿O será que en el fondo el dirigente del PRI quiere sabotear a Xóchitl Gálvez?
“Alito” ya declinó de la sensatez política. Le faltaba declinar de la vergüenza. Ya lo hizo.