Opinión

El rostro de la derrota

Sección Editorial

  • Por: Gerardo Hernandez
  • 05 Diciembre 2023, 21:48

El canto de sirena de la partidocracia, la oligarquía y un sector amplio de la prensa sedujo a Xóchitl Gálvez para aceptar la candidatura presidencial por el Frente Amplio (FA), sin calcular el riesgo de una derrota abrumadora. Tocar las puertas de Palacio Nacional y retar al hombre más poderoso del país hubiera sido, en otro tiempo, un acto suicida. Mas no ahora, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador a diario es objeto de críticas y burlas en plaza pública, charlas de café, medios de comunicación y redes sociales, algo propio de las democracia. Gálvez perdió la oportunidad de vencer a Morena y a su caudillo en su terreno: la Ciudad de México. Hoy, a juzgar por la forma como el PAN, PRI y PRD decidieron la candidatura, ni el gobierno capitalino será asequible a las oposiciones en los próximos comicios.

Los chispazos de Gálvez los apagaron sus deslices y una confianza asentada sobre arena. Repudiar al líder priista Alejandro Moreno y después pavonearse con él, la humilla y disminuye. Los fallos en la organización de sus mítines –pasto para los caricaturistas– y el tono de sus discursos atraen a los buitres. Empezar la precampaña con la percepción pública perdida es el peor augurio. El peso de siglas partidistas desahuciadas vuelve imposible la tarea. La renuncia de liderazgos en el PRI y el PAN, agravada por la torpe dirección de Moreno y de Marko Cortés, así como la formación de otras alianzas y bloques, significan pérdida de votos. Ofrecer democracia y elegir candidatos a dedo genera decepción y socava los cimientos del frente opositor.

La política hidalguense es vista como una candidata sin fuerza, aislada y sin asideros ideológicos. La culpa no es de ella, sino de los partidos que fingen apoyarla, por haber abandonado el trabajo político en aras de la utilidad para sus burocracias. Dejar la iniciativa al presidente López Obrador en vez de actuar como oposición, lo han pagado caro. En realidad, nunca lo fueron, pues al fundirse en el Pacto por México de Peña Nieto, antecedente del FA, abdicaron a su compromiso con la ciudadanía y le allanaron el camino a Morena. La ausencia de Beatriz Paredes, la aspirante mejor calificada, es un mentís a la unidad proclamada por el FA de dientes afuera y una bofetada con guante blanco a las cúpulas partidistas.

Morena resolvió con menores sobresaltos las diferencias surgidas en la postulación de sus candidatos. Tanto para la Presidencia de la República como para la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México y nueve gubernaturas. El FA y los poderes fácticos movieron mal sus fichas desde un principio. La apuesta obstinada por el fracaso de López Obrador, el crecimiento de Gálvez, la división en Morena y la adhesión a su causa de Movimiento Ciudadano, crearon la tormenta perfecta para la debacle. Claudia Sheinbaum, la “sucesora natural para mantener al país en la ruta de la 4T sin zigzagueos”, es percibida ya como presidenta.

Del lado del FA, hasta los críticos más recalcitrantes de López Obrador y los simpatizantes menos pesimistas de Gálvez empiezan a advertir las debilidades y cortedad de miras de su favorita. La senadora con licencia posee atributos, pero no los necesarios para afrontar al partido en el poder y a un presidente fuerte y todavía bien calificado. Ver en el triunfo del ultraconservador argentino Javier Milei un ejemplo de lo que podría ocurrir en México el 2 de junio entrante es descabellado y equivale a una declaración anticipada de derrota.

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