Si las empresas supieran lo mucho que ganarían al implementar políticas familiarmente responsables, tal vez dejarían de verlas como algo opcional y empezarían a adoptarlas como una práctica central.
No solo mejorarían la calidad de vida de sus empleados, también lograrían mayor compromiso, productividad, lealtad y una cultura organizacional más saludable.
Apostar por las familias no es un gasto: es una inversión inteligente.
Lo digo desde mi experiencia trabajando en empresas, como mamá y promotora de la familia.
Hoy, la mayoría de las familias en México tienen una estructura en la que ambos padres trabajan. Sin embargo, muchas empresas siguen operando bajo modelos rígidos que no consideran la enorme complejidad de la vida laboral y personal.
Un ejemplo claro es el permiso de paternidad para padres varones: mientras en México los padres solo tienen derecho a cinco días de licencia, en países como Finlandia, Japón o España pueden acceder a entre 16 semanas y seis meses pagados. Esta comparación pone en evidencia cuánto falta por avanzar en el reconocimiento de la corresponsabilidad en la crianza desde las políticas laborales.
Es evidente que hay mucho por hacer y vamos años luz atrás.
Las políticas family friendly o familiarmente responsables son aquellas prácticas que apoyan a los empleados con responsabilidades familiares.
Estas pueden incluir horarios flexibles, trabajo remoto, licencias extendidas por maternidad o paternidad, guarderías en el lugar de trabajo, subsidios escolares, seguros médicos familiares y, sobre todo, una cultura organizacional que valore el equilibrio entre vida y trabajo.
Cuando una empresa pone en el centro a las personas, el retorno de inversión es profundo y sostenido.
Así lo confirman los estudios. La Utah State University ha demostrado que estas políticas aumentan significativamente la satisfacción laboral, el compromiso y la productividad. Por su parte, UNICEF resalta que fomentar entornos laborales favorables a las familias no solo beneficia a los empleados, sino que también tiene un impacto positivo en la salud y educación infantil, promueve la igualdad de género y contribuye al desarrollo sostenible de las sociedades.
Muchas empresas aún no lo entienden, pero algunas sí. Compañías como Netflix, Microsoft o Google han apostado por estas políticas con excelentes resultados. Según el portal Amazing Workplaces, son ejemplos de cómo el apoyo estructurado a las familias puede fortalecer no solo el bienestar de los trabajadores, sino también la innovación y la competitividad de la empresa.
En México urge cambiar el enfoque, y es necesario que tanto las empresas como el gobierno apoyen en muchas de las necesidades básicas, como transporte suficiente, seguridad y el cumplimiento de la ley.
Se ha avanzado mucho con la NOM-035, que evalúa los riesgos psicosociales.
Es un gran paso, pero falta que cada empresa se haga responsable y tenga un plan de trabajo adecuado. No podemos seguir esperando que las personas “resuelvan” solas el equilibrio entre su familia y su trabajo. Las empresas tienen una responsabilidad social ineludible, pero también una gran oportunidad: ser aliadas de las familias en un mundo que necesita más empatía, más equilibrio y más humanidad.
Porque no se trata de elegir entre ser madre o profesionista, padre o proveedor. Se trata de construir un entorno donde ambos roles se puedan desarrollar sin poner en peligro el bienestar de nuestros hijos y familias.
Te invito a que no te pierdas el episodio del podcast de esta semana, porque Neto y yo hablamos sobre “Empresas vs. Familias”. Se puso buena la platicada con un especialista en Recursos Humanos. Puedes encontrarlo en Spotify y YouTube como: Familiaviva Podcast.