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Opinión

¿El huevo o la gallina..?

El Purgatorio de @elcabritomayor

Frente al viejo dilema sobre la respuesta concreta a la pregunta de quién fue primero, el huevo o la gallina... y dadas las condiciones actuales de la humanidad —donde tal parece que la moderna manera de pensar del ser humano aplica en la lógica de la ley de la gravedad, y en donde todos convergen en la boca del embudo de un sentido común, pero en una versión “al revés volteada”—, extrapolando la interrogante en cuestión, vale la pena preguntarse y profundizar en la siguiente duda: ¿qué fue primero, la democracia o la libertad?

Y esto viene a colación del Consummātum est recetado escénicamente de forma material el día de ayer, pero fraguado intelectual y estratégicamente desde el sexenio anterior para arrebatar, de manera aparente y jurídicamente legal, al “Poder Judicial” de las manos del “conservadurismo”, lo cual se hará oficial en próximos días, ya que se confirmen los pronosticados —o más bien dicho, los preestablecidos— resultados.

Y es que, desde su origen y a lo largo del proceso para el cambio de manos del Poder Judicial, éste ha sido “enrarecido” por las negociaciones pactadas, otras forzadas, “ausencias” por no decir desapariciones, tómbolas, candidatos poco honorables para ocupar los cargos, campañas desiguales, sumamente cortas y con un alto grado de desinformación, “acordeones”, denuncias y presiones para coaccionar el voto, y un largo etcétera que agravian no solo el sentido genuino de la democracia, sino que acotan el derecho a la libertad y la decisión dentro del marco del libre albedrío.

Ciertamente, ayer transcurrimos en una elección histórica donde pocos participaron y, de esos pocos, aún menos supieron a conciencia por quién votaron, pues, dadas las circunstancias turbias y enrarecidas en las que se llevó todo el proceso previo, hicieron que —eso sí, a la vista de todos—a los organizadores de todo este montaje “se les hiciera bolas el engrudo”.

Sin embargo, tal parece que el acto escénico-circense celebrado el día de ayer, y el resultado que derive de éste, “haiga sido como haiga sido”, será perfectamente embellecido y maquillado con números alegres para sustentar el “éxito electoral del ejemplar pueblo bueno” que votó en este proceso para “limpiar de corrupción” a todo el aparato judicial de la nación.

Y en este sentido “corrupto” de las cosas, debemos recordar que, ante la apatía y desinterés ciudadano, y con el mismísimo argumento de la corrupción, la megaobra del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que llevaba un gran avance en su edificación, fue cancelada, costando más su cancelación que la conclusión de la misma. Y eso sí, sin ninguno de esos “corruptos” que, según se dijo, provocaron esa cancelación, purgando condena alguna en la cárcel; sino que, al contrario, fueron beneficiados económicamente con cuantiosas indemnizaciones por esa cancelación.

En nuestra Carta Magna se supone que se amparan nuestras garantías individuales, el derecho a la democracia y a la libertad. Pero si el proceso democrático, de principio a fin, es amañado por algunos para cantear el proceso a su conveniencia, y la libertad es acotada a candidatos sin méritos pero escrupulosamente escogidos a conveniencia para que sus nombres aparezcan en una boleta, uno se pregunta: ¿pues cuál es el derecho que al ciudadano le corresponde ejercer?

Quizás el de ejercer, en su papel de “pueblo bueno”, la comparsa de legitimar todo un caprichoso y vengativo proceso donde no se sabe qué es primero, ¿la democracia o la libertad?, pero que evidentemente y a todas luces ha sido un proceso “al revés volteado” de todo sentido común, y que ha generado un gran debate por la lamentable politización de la justicia. 

Así que mejor, sigamos preguntándonos cosas más trascendentes e intrigantes, estimado lector, como por ejemplo, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?

Por hoy es todo. Medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un reflexivo inicio de semana. Por favor, cuídese y ame a los suyos. Me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, a quien recordamos con mucho cariño con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”.

Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.

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